martes, 12 de enero de 2021

Des, ese prefijo privativo.



El listante, ese fervoroso listante que año con año prepara pluma y papel obsesivamente, desde la última semana antes de nochevieja, en ésta última, la de hace unos días, apenas y podía imaginar uno o dos propósitos, uno o dos deseos. Si ya le era complejo pensarlos, enunciarlos era un reto mayúsculo y del escribirlos, ni hablar. Es optimista, pero no estúpido. Es precavido, pero quizá no lo suficiente. Es soñador, pero ¿transcurren tiempos para soñar? Es un listante listillo y a ratos un pensante pedante, pero no ingenuo. No son momentos de ensueño e incluso, por momentos, lo son de pesadilla. Listo y a la espera, el listante se alista a formar parte de la larga lista de espera.

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Desmontando el 2020. Descubriendo el 2021. Desolados. Desmoronados. Desanimados. La sobreadjetivación de una rutina tan limitada como las cuatro paredes lo permitan. O tan ilimitada, a pesar de las paredes. Con ellas. Entre ellas. No somos los mismos desde aquel marzo. ¿Algún día lo llamaremos el marzo aquél? Hoy, nos es aún muy cercano. Su estela lastre nos acompaña y acompasa. 

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Desobedientes y desorientados miles de profesionales y profesionistas buscan algún rumbo. Desempleados, desesperados, los oficiantes, los oficiosos, han de asisrse a aquel, su oficio. #Abriromorir. ¿Puede pensarse en abrir un establecimiento no esencial, por la esenciabilidad de abrir para conseguir lo esencial? ¿dónde empieza y dónde acaba el significado esencial de lo esencial? ¿Qué es esencial? La esencia objeto. La esencia sujeto. Lo subjetivo de la esencia. Lo esencial. ¿Desde quién? ¿Para quién? Perspectivas. Desobedientes. 

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Desbordados. Los hospitales. Las emociones. Las familias. Los crematorios. Las funerarias. Desgastados. Desgarrados. El personal de salud. Los médicos. Las enfermeras. Los camilleros. Los familiares. Los enfermos. Destruidas. Desvanecidas. Las microempresas. Las industrias. Las empatías.

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Desfavorables. Desconfiados. Desequilibrados. Desasosegados son los tiempos que vivimos. Como humanidad. Como sociedad. Como personas. Cada individualidad por optimista que inicie su día, por momentos sentirá, pensará o actuará desde el prefijo privativo. Prefijo. Pre-fijado. Pre-dispuesto. Pre-o cupado. Son tiempos privativos. De encierro salubre, necesario, de autocuidado , con los días que se hacen meses se ha transformado en encierro carcelario, obligado, temeroso, empobrecido. Encierros desfavorables. Desconfiados. Desequilibrados. Desgastantes. Vivir así, por N tiempo, entre la sobreadjetivación y la desadjetivación. 

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El listante ha dejado de hacer listas. De enlistar adjetivos, adverbios. Verbos. El listante no es tan listillo mas está listo para la lista de propósitos, por desprovisto de ilusión que esté. Es un año joven. Es un año complejo. Lo intuye aunque no lo sabe. Nadie lo sabe. Desprende la hoja del cuaderno. El propósito es no tener propósitos. Ni uno ni dos ni tres. Es el año del gran propósito, piensa, como quien se descubre al descubierto. Eso, descubrir el gran propósito es su propósito. 


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domingo, 10 de enero de 2021

Fragmentos del Diario de una Insulsa...


Escribo un diario desde hace más de dos décadas. Mentira. Desde hace más de dos décadas, intento escribir un diario mismo que, conforme avanza el año va quedando en el olvido. Goza de ciertos privilegios los primeros días del año, mismos que va perdiendo a lo largo y ancho del primer trimestre. De pronto, hacia medio año, tiene una entrada triunfal en algún espacio de la casa. Prometo escribir en él. Reviso algunas notas. Vuelvo a olvidar. A olvidarlo. Y este continuo volver a olvidar es un volver a volver. A la hoja en blanco, a la escritura autógrafa, a la tinta.

Goza de mejor salud pero no con mejores resultados, el diario virtual; éste, cuando es temático, la mayor de las veces ha cumplido ciertos ciclos que, como toda escritura desde las virtualidad ha ido desapareciendo, según cambio de blog. Recuerdo con nostalgia y algo de cariñito, al más constante de ellos, "Al beber el primer café del día..." el cual se alojaba en uno de mis primeros sitios web, "Entreversiones".

Es así como ahora retomo "Fragmentos del diario de una insulsa" principalmente porque aquella escritura fragmentaria, surgía a vuelapluma y no la guardé en ningún archivo o carpeta. La mayoría de esos textos eran "posts" de Facebook y tengo por costumbre, de vez en vez, borrar mi historial de publicaciones. Resultado: se perdieron. ¿Tenían sentido? Pues tanto como pueden o podrían tenerlo dado su contexto, su efímero contexto. Dependían de la fecha, del momento, del acontecimiento. 

¿Cuándo vale la pena una historia? ¿Una idea? ¿Una anécdota? ¿Un hecho? No lo sé. ¿Para quién son importantes? Tampoco lo sé. ¿Alguien las lee? Bueno, esa es la pregunta del millón.

Sin embargo, sucede que esa escritura, esa rutina que muchos pueden considerar un indicio de disciplina, o una de las miles de herramientas para mantener "caliente la pluma", lo que sí me permite es, de uno u otro modo, organizar mis ideas. Organizarme. Desde otro lugar, pareciera que estos tiempos, han revitalizado el género. "Todo mundo escribe un diario". "Todo el mundo opina". "Todos llevan un diario COVID". Ni hablar de los millones de posts. ¿No es el "muro" de tu red social un "diario personal, público y publicado de millones de personas? Básicamente, sí. 

Dicho lo anterior, vaya, por enésima vez, un diario, un intento más. A ver a éste cómo le va. 

Lo demás... lo demás, es silencio. 




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lunes, 6 de julio de 2020

¿Quiere aplausos, Doctor López Gatell?... ¡Cómprese una foca!


Estimado Doctor López Gatell:


¡Ay, doc! Pues qué le cuento. Mire que me he controlado, a medias, durante montonal de días para, por fin, escribirle esta misiva. En principio de cuentas, porque para el 22 de marzo, estaba yo en cama con unas fiebres y unos dolorones de cabeza, propios del COVID. Hice lo que tocaba, pero no por sus indicaciones, sino porque a una le toca ponerse a las vivas o se puede complicar y, en el peor de los casos, ser una cifra de esas lamentables defunciones que usted menciona día con día. Si le escribo, es porque obviamente, no se me complicó y no necesité sumarme a sus números de ocupación hospitalaria y me quedé, para beneplácito de sus cifras en “caso sospechoso”. Ahí me surgió la primera duda, verá, ¿caso sospechoso? ¿No debiera ser, en realidad,  ambulatorio? Después llego a ese punto.

Fíjese que me la pasé muy mal 28 días, más los otros 14 de aislamiento y, cuando digo aislamiento, fue aislamiento. Solita y mi alma… y el cariño de múltiples llamadas telefónicas, pero ese no es el punto, aun cuando, al parecer, le encantan los testimonios, estar en contacto con las personas, responder preguntas de niños, mamás y reporteras y reporteros unos más avesados y despiertitos que otros, la verdad sea dicha.

¡Ay, doc! Ya en éstas y antes de entrar en materia, pues fíjese que después del aisalmiento total totalísimo, de 42 días sin asomar siquiera la nariz por la ventana, fui responsable y hasta llamé por teléfono para dar  de baja mi folio COVID (yo, no el gobierno) y pues a la tradición mexicana, "como El Borras", así, sin PCRs negativos, ya no digamos dos como en otros países, ¡sin ni uno!, ¡sin ninguno!, porque, dice usted, dijeron los doctores a cargo del teléfono, que no era necesario, pero que siguiera respetando el #quédateencasa y yo, rete obediente, pues en casa y sin tomar nada frío, no corrientes de aire, eso que hace una mientras se recupera.

Sí, ya sé, yo fui de los casos largos, largos, que usted dice que son raros, para anécdota, porque el COVID es asintomático, la mayoría leve, leve; otros casos de 7 días, si no se complica catorce y... ¿los demás? ¡Ay, los demás poquísimos, rarísimos, ¿verdad, doc? Bueno, pero ya, raro o no, a confiar en la recuperación y en ¿la inmunidad? ¿esa que con buena suerte dura tres meses? OK. Confiar. Confiar y confiar. En sus palabras. En el virus. Todo sea por aplanar la curva (sí, ya sé, de ocupación hospitalaria) Yo a lo mío. A la "Viva México": la primera vez me la eché a paracetamol, azitromicina y harto té de yerbabuena, té verde, té de yerbas, infusor, caldito de pollo, líquidos y reposo, reposo, reposo... 42 días después, pues sólo me quedaron "secuelitas" (que me dijeron que se iban a quitar); mire me quedé sin olfato, sin gusto, con vista disminuida y problemas de circulación, pero pecata minuta, me dijeron: “`secuelas normales´ estarás, digamos, ´convaleciente y con disminución de ciertas funciones´ hasta 3 meses, pero ¡la libraste!" ¡Vaya consuelo, que en realidad fue y ha sido, resignación!...

En el inter, querido doc, es decir, entre el día 43 y el día 90, me tomé mi tiempito, vi algo de tv, leí lo que pude pero la verdad que seguí durmiendo casi hibernando pero, me empezaron a buscar algunas personas. A mí se me da esto de, si puedo, ayudar a otros, porque fíjese que parte de estar #unidosaladistancia es, siempre lo he creído, poner de nuestra parte, ayudar si se puede, colaborar a trasmitir información confiable, acompañar, como muchas personas me acompañaron a mí, y resulta que el acompañamiento iba desde explicarles qué era un folio COVID y para qué servía (porque fíjese doc, que nunca lo dijeron, ni lo explicaron, ni la gente entendió nada de nada), hasta fomentando la no automedicación, recomendando el oxímetro, cuándo a puro tesito, cuándo ya córrele mija a un doctor, no, tú si de plano, vas tarde, bájate la app a ver en qué hospital hay cupo... ¿Me explico o se lo repito? Así, de whats en whats, de llamada en llamada, a diario, 26 personas doc, ¡26!, se lo digo porque a usted le encantan las cifras y, si yo pudiera o supiera cómo, hasta se las graficaba por síntomas, día a día, gravedad, oxigenación en sangre, evolución, síntomas, retrocesos, avances, índices de ya córrele al hospital y de plano el ¡no jodan!, no nos queda de otra que ver cómo le hacemos para conseguir una ambulancia… Y lágrimas doc. Muchas. De muchas personas. 26 personas doc y, en mi estadística personal, 3 lamentables (dolorosísimas) defunciones. Sí, doc, aunque no lo crea, entiendo tan bien, pero taaan bien, este asunto de que no sabemos cómo evoluciona, involuciona, se presenta o se impone el COVID… No, doc, viera, lo entiendo perfecto. ¡No quiero ni imaginar las historias que usted se sabrá! ¡Usted las cuenta por miles! ¿Pero sabe? Yo no. Yo, cifras de más de tres ceros, me cuestan. Lo mío, no son las mate. Y últimamente, doc, de tanto contar y de tanta gráfica doc, el cuento del conteo, se vuelve un cuento largo y un tanto cuanto tedioso… debe ser que nos sentimos rebasados, ¿verdad, doc? Sí, usted y yo. La población. El gobierno. Todos. Estamos rebasados, agobiados, viendo a qué hora nos saturamos, porque llenos ya estamos. Yo creo que es algo así como lo que pasa en los hospitales y el crecimiento exponencial de contagios; o como su propia experiencia con la multiplicidad, con la cantidad de meses que ha vivido estas cifras (usted desde enero, cuando nosotros, los de apie, ni idea de nada), las que usted habrá pasado, y después, ya para marzo, días y días viendo como las personas iban  hipersexualizándolo, haciéndolo santo, convirtiéndolo en GIF, en STICKER... uff..ni qué decir de las cientos de portadas como si usted fuera un rockstar, la exposición de su vida privada y su biografía, como si usted no tuviera derecho a la intimidad y ya ni hablemos de una sobre exposición, día a día,  al purísimo estilo del elemento en palacio nacional, una hora diaria. ¡Una hora! con un crecimiento, exponencial también, de su imagen pública, usted multiplicándose. López Gatell para aquí, López Gatell para allá... pues qué le digo, usted como la espuma, doc, y casi de manera directamente proporcional al aumento de contagios por COVID, pero no lo sé, me lo supongo, así como lo dijera el poeta, doc. ¿Las que ha pasado, doc, pasa y pasará! ¡Pérese que le falta la tercera fase: linchamiento y la cuarta que, al puro estilo de Alicia en las Maravillas, será al grito de: ´¡Que le coorten la caabeza!´ y en términos reales, será insistente el #renunciaGatell. Pero sé que entiende, y saldrá avante, doc, porque usted es sobre todo, empático y lee perfecto los subtextos, al tiempo que reconoce, como lo ha hecho notar en las #nocturnas, la puntualidad e importancia de las buenas preguntas y las buenas reflexiones, yo lo sé, doc. Lo entiendo. Cada día menos, pero lo entiendo. O me obligo a entender, doc.

¡Ay, doc! pero, de tanto entender o creer que entiendo, ¿qué cree? Que en este obligarme a entender, pues de pronto me empecé a sentir cansada, por ahí del día 91, 92, otra vez con febrícula, me volvió el dolor de cabeza. Y en chinga, que me tomo un paracetamol, pero ahora de 1grm, porque sí dolía gachito la cabeza, ¡oootra vez!... Rarísimo doc, como que no me sonaba a secuela, como que estaba algo medio mal… así, igualito, al parejo de las cifras. Ya iba yo hacia mi propio semáforo verde (que está más cerca del amarillo que del rojo), así mientras el país estaba en rojos hacia el naranja (que está más cerca del rojo que del verde) y entonces, como que me empecé a confundir. Y entre tos y tos, ¡PUM! que la febrícula se hace fiebre y que ¡toiiingg!, fíjese que de los 37.8 a los 38.3, hasta los 38.5 y no frieeeeeeguee, que la ciudad se queda en rojo y ¿qué cree? Pues que yo también.Y ahora sí, bien feíto, que me empieza a dar el cansancio y entonces la oxigenación a 90 y ¡los oxímetros o agotados o carísimos! Traanqui, doc, no llegué a 88 ni bajé de 90... ahorita ya voy por 93-94 a según el día, pero me da pena, doc, no gracias a usted, sino a otra vez a los amigos y a la experiencia. Porque lo primero que hice fue reactivar mi FOLIO COVID. ¡Vaya sorpesa que me llevé cuando me dijo uno de los docs de locatel que no era la única, que me tranquilizara y que no era un recontagio sino una reactivación de mii propio agente contagiante. ¡Puts! ¡No sabe lo que le he dado vuelo con mi psicoanalista al bonito término de que soy "mi propio agente contagiante"!

¡Ay, doc! ni le cuento el sustadero familiar, todos agobiados, otra vez. Tranqui, tranqui, doc… desde sus casas. Primera regla: todos a sus casas y yo aislamiento total. Eso lo hemos aprendido súperbien en esta familia. Pasamos exámenes al respecto de #sanadistancia con honores. Cada uno desde sus casas. Ya ni le cuento la que ha pasado mi madre, doc. Deje el encierro, ¡la angustia! Ni le cuento de mi hija y mis nietos. Ni le agobio doc, seguro ha leído cieeentos de historias como éstas. Pero se la cuento, pues verá, porque así como que diga que tengo harta cosa qué hacer, pues no, doc. Pero números no echo con usted, porque ya dijo en su #nocturna, la semana pasada, que en una de ésas, invitaba un economista. ¡Ahí luego me pasa los datos, porque en esta familia ya empezamos a sentir no lo duro sino lo tupido!, pero deje me regreso doc, que me pierdo fácil.

¡Ay, doc! Perdone el tono, pero es que tengo episodios de pérdida de memoria a corto plazo, se me olvidan las palabras y me da el “momento Dory”, seguro usted sí sabe quién es Dory, porque tiene infantes cercanos que podrán explicarle quién es, suponiendo que usted no haya visto "Buscando a Nemo…" pero sospecho que sí la ha visto. En fin, regreso al tema. El caso es que, desde hace 10 días, pues en cama otra vez, con la tos que viene y que baja, la fiebre igual y bueno, ayer fue un gran día, hoy muero de sueño, pero no quería dejar de escribirle. Fíjese que ¡ahora sí me hicieron la prueba COVID!, Bue… pero el miércoles pasado, 5 días después de que reporté mi repunte y pueque, así, pueque, me entreguen los resultados jueves o viernes es decir, entre el 9 y el 11 de julio (ya pá qué, acabo tratamiento médico el 8 en la noche)  y por teléfono y ¡pues no me quedará más que confiar en lo que una voz en el teléfono me diga. Seguro será algo así como: “¿Usted es..XXX?; le llamamos para informarle que los resultados de su prueba son XXXX. La conminamos a quedarse en casa 14 días, mantener las medidas de sana distancia y sanidad y que, si puede, permanezca en casa”. Lo sé porque así le pasó ya a la prima de un amiga. ¡Uy, intenté algo distinto!, les pedí la prueba por mail pero me dijeron que eso sería muy complicado, que es mucho trabajo porque, ¿qué cree? Están rebasados. ¿Tons, de cuánto es el atraso, doc?

¡Ay, doc! Entiendo. Eso de no darse abasto, está muy complejo. No quisiera estar en sus zapatos, pero fíjese que estamos en equidad de condiciones, porque yo creo que usted no querría estar en los míos y ya no digamos en los zapatos de alguna persona con COVID grave o con algún familiar con un paciente internado/ intubado de COVID. Empatía. ¡Ay esa palabra! ¿Ponerse en los zapatos de otros? Uff, doc, sí, bien complejo. Lo entiendo. No se preocupe, doc. Esta vez, sí me parece importante decírselo, fíjese que el internista, el doc privado, pues ahora sí que me medicó un montón, con hartos antibióticos, pues porque el puro paracetamol, pues sí no es buen remedio. ¡Impor-tan -ti-si-mo, fíjese que bien buena onda, aunque son doctores del área privada, los 4 que me han atendido en diferentes momentos desde hace 100 días, ninguno me ha cobrado ni un peso, porque saben que me van a costar un montonal las medicinas y los genéricos están agotados. ¡Ay doc, la empatía! ¡Ay doc, las regulaciones! ¡Ay doc, esa industrialización y comercialización de la salud! ¡Ay, doc, te.rri.ble! ¡Ay doc, taaantos pendientes de los que tiene usted que estar al pendiente! Y anda usted perdiendo el tiempo en las #nocturnas. Empatía, doc. Entiendo. Y sé que, en reciprocidad, usted me entiende. Bueno, pero a ver, usted duerme tan poco y yo aquí, importunándolo, usted necesita descansar, pero ¿sabe qué? ¡Yo también! ¡Ni le cuento los insomnios! ¡Y los sueños afiebrados! No, no, ésos se los ahorro. 

¡Ay, doc! Pues resulta, que justo por el cansancio este que le cuento, muy desagradable y en vaivén, pues hasta le tocó a usted. Bueno, no a usted, porque me lo encuentro en las redes, en el periódico, en las fakenews… ¡lo he visto a usted en 4 meses, más que a mi mamá, muuucho más!, espere... ¡a usted lo veo por una cosa u otra, diario, a mi mamá no! ¡En 77 días no la vi! ¡Ni por la ventana! ¡Es usted un privilegiado!  y tanto verlo, tanto así, que fíjese que se me cansaron los ojitos, y los oídos, de por sí inflamados, ya sabe, el COVID... bueno, o cree que sabe, cómo es esto del COVID, porque la verdad, al parecer todo es inferencia con este virulento y no tan lento virus... el chiste es que tons me dije: bajémosle al contacto con el doc, ni va a notar mi ausencia y en una de ésas, a mí me ayudaba descansar de usted. Con todo respeto. Pero pues, así las cosas, pues hace días que dejé de verlo en sus #nocturnas. Si acaso, lo veo, un tanto por rutina covidosa, otro tanto por morbo, una o dos veces por semana, por no dejar.

¡Ay, doc!, no descubro el hilo negro si le digo, así sin que usted me lo pregunte, que sospecho que la estrategia de comunicación, su estrategia, está desgastada. Sea ésta ordenada por alguien o autoimpuesta en pos de su ética y transparencia, de la que tanto se jacta, ya debió pensarlo, doc. ¿En serio no se ha cansado? Doc, en serio, si ya parece disco rayado, semanas a que se nota que tanto usted, como su equipo de comunicación social ya no saben con qué mantener la “hora aire”. ¿Para qué la mantienen? Yo creo doc, que tan inútil la #nocturna como el #barbijo. O no. Es que mire, a mí con las #nocturnas me pasa, para rápido, lo mismo que a usted le ocurre con el #barbijo, voy del sí al no, del no al sí, de la utilidad a la inutilidad, de un día a otro y entonces, pues mejor mantengo mi #sanadistancia aunque yo no esté tan sana. ¿Sí me estoy dando a entender, verdad? Bueno, entonces sigo... pá pronto, creo que día a día, van en un trayecto más pavimentado a convertirse en “actividad no escencial”, les va a tocar cerrar, doc. Pero igualito que se vuelan las trancas los ciudadanos y ciudadanas, esas tan pueblo bueno, pues se las vuelan ustedes y se aferran a no cerrar, a no modificar la convivencia, como que creo que a las #nocturnas les falta adaptarse a la “nueva normalidad”. Con todo respeto, doc. Mi humilde opinión. Pero, eso que ni qué, usted es el que sabe. O no. Pero no importa. Mire, en serio, a la Dra. Sheimbaum, eso de las cifras en cortito, las videoconferencias, los periodistas por periscope, se le da ré bien. ¿Por qué no le pide asesoría? Yo digo, pues.

¡Ay, doc! ya en éstas, fíjese que justo, como usted es el que sabe, pues hoy, en este lindo lunes 6 de julio, me dije: mimisma, dado que no hay fiebre, hay poca tos, no estás tan cansada, pues hoy debe ser día del doc, ¡además es lunes y los lunes toca ver repuntón de cifras por aquello del subregistro o registro tardío propio del sábado y domingo!... Hoy toca doc y pum, a la TV, con frazadita y tesito... y justo hoy, es lo máximo usted, doc,  que se le ocurre una novedad. ¡Aplausos, aplausos!, Casi, casi, doc, que empiezo a aplaudir como foca, como cuando va a salir la nueva temporada de mis series favoritas. Y ¡Pum! Que sale usted con su anunciote ése de que, a partir de hoy, habrá testimonios, púmbale doc. El anuncio otro, ese de la pandemiosis covidesca hasta 2021, de ése nomás me carcajee, la verdad, pues su anuncio, son como sus picos, cambian y cambian, ya sabemos, según estimaciones, cálculos.Picos, duración, ocupación, semáforos, movilidad, esos se mueven así por colorcitos, ya lo he aprendido de usted y en cualquier momento, tan cambiante todo, que nos dice que al verde y a la calle que todo súper cool... Lo que me intrigaba y me mantuvo frente al televisor, la verdad, era el esperar el primero de sus muchos #testimonios, ya ha de tener varios postproducidos, seguro, porque su equipo es bien pilas.

¡Ay, doc! ¡Me recontra sorprendió! ¡Y me reteque enojé! ¡Ojos así como de caricatura china! ¡Casi como si me hubiera tragado un murciélago medio crudo, y luego me diera COVID, PUM! ¡No lo podía yo creer, de verdad!

¡Ay, doc. Aaay, doc, qué le digo! Verá, su súper idea, en primera instancia EXPONE a los testimoniantes. Esos derechos humanos que usted ha venido defendiendo y defendiendo y defendiendo, pues con sus testimoniales, ¡lo acaba de echar a perder, doooc! ¿No le explicaron que a los videos podía ponérseles blur, doc? Bueeno, hay excepciones. Y las excepciones son el problema. ¿testimonios o publireportajes? De hecho no era tan testimonio, era entrevista en vivo, dirigidísima, y planeadísima. O sea, sí fue testimonio, pero, mmh, más montado que un caballo de rancho, doc. Y entonces todo cambia. Vea doc, es que se queja de las “notas” firmadas por el staff en algunos periódicos y pues sus testimonios en cadena nacional, así como los de hoy, pues son lo mismo, más o menos, pero con distintos fines que además resultan muuy parecidos. Cosas esas de capitalismo y cosas esas de propaganda y marketing político, que ¡a veces se parecen taaanto!... Bueno sin duda está el otro punto, quizá, la necesidad de aplausómetro.  De las palmaditas en la espalda. El autoelogio. Sí ya ve, que las cosas buenas cuentan mucho pero nadie las cuenta ¿O cómo era? Bueno, yo sé que usted me entiende.

¡Ay, doc! Ir tras el aplausómetro expone a doble banda. Expone y de manera burda, una estrategia comunicacional y expone de peor manera a los testimoniantes. Usted es buena persona doc, usted sabe lo que hace, doc, pero los demás, el televidente, no tanto, y deja a las personas un tanto cuanto vulnerables. ¡Y para vulnerabilidades estamos!

¡Ay doc!, fíjese que estoy pensando algo peor, y es justo que, justito, para el primer capítulo escogió el testimonio de un niño, en realidad de sus papás, pero utilizando al niño y eso no es lindo, doc. Los niños son, de por sí, una de las comunidades más desprotegidas y úchale doc, se pone peor, porque este niño, además cuenta con múltiples riesgos y casual que  ¡fíjese! pero hoy, al menos hoy y por ahora, hasta sonriente y sano, en lo tocante a COVID ¿En serio, doc, no cree que eso es medio, mmh, cómo decirlo, un acto medio de MANIPULACIÓN? ¿De la más básica y ablandadora de sentimentalismos como si de ablandar bisteces se tratara? ¡Ay doc, no sé! ¿Podría haber otros modos, no? No sé, piénseselo.


¡Ay, doc! Vamos pensando más en serio, ciertos asuntitos; vamos dejando claro algunas cosas, querido, estimado, Doctor López Gatell, que quizá usted cree que no sabemos, pero sí sabemos y lo que no sabemos no lo quiere usted decir y, cabe lo posibilidad de que usted lo quiera decir, pero no lo sepa o no le autoricen a decirlo y entonces no lo pueda decir. Porque yo sé que usted es ético y comprometido. ¿Porque lo es, verdad, doc?

Bueno, el caso es que de los mensajes que usted nos ha querido transmitir, pero no le halla el cómo no sentren en la choya, y las cosas que muchos de nosotros queremos saber, pues es usted que sabe el cómo, pues no le halla cómo las repitan los medios de comunicación y todo es una confusión horrenda de dimes y diretes donde la prensa dice lo que quiere, usted lo que puede y la ciudadanía.. ¡ah, la ciudadanía, pues esa se jode y no se cuida bien el COVID! ¡Así no hay estrategia, por perfecta que esté en sus papeles y en su mente, querido doc, que se sostenga! ¡Está viendo y no ve, puees!. Así las cosas, pues ni cómo, pero voy a tratar de explicarme a ver si usted le halla el cómo…

Mire doc, hay cosas que aunque parezca que no sabemos, sí sabemos. Algunas desde que el mundo es mundo. Por ejemplo: ya sabemos desde hace décadas, que EL PERSONAL DE SALUD ES HERÓICO per se. Mucho más si es personal de salud en México. Se han rifado el físico, la propia salud, la salud de sus familias, por SALVAR VIDAS, desde el instante mismo en que escogieron ser PERSONAL DE SALUD, desde camilleros hasta doctores y no sólo en esta PANDEMIA sino en múltiples situaciones graves en México. Su compromiso con su profesión, su pasión, es tal que, algunos de ellos, mucho más de los que visibilizamos como país, escogen regiones alejadas de las grandes ciudades para ejercer y ayudar. No se necesita lo mínimo para la salud. Al contrario. No bastan los conocimientos, su compromiso personal o sus ganas de salvar vidas.  MERECEN y NECESITAN al Sistema de salud y éste, sobre todo si forman parte de su nómina, está obligadoa facilitarles su labor con insumos, instalaciones, medicamentos, PROTECCIÓN. Lo que ha venido ocurriendo, sí hace décadas, pero que quedó al descubierto esta PANDEMIA son las condiciones reales en las que laboran. HACEN MILAGROS porque SE COMPROMETEN  y ven cómo hacerle, así como cuando una familia le echa agua a los frijoles o le hecha más papas al caldo ya muy diluido de pollo, hecho con huesitos y pellejos, porque para eso hay. Es triste, doloroso e incluso muy molesto, ver que les agradece usted en cadena nacional, pero por otro lado, tienen que comprar sus batas quirúrgicas, sus guantes, sus cubrebocas. No nos equivoquemos en el lenguaje. No se trata de que usted diga "El gobierno los apoya", no doc,  trabajan ara el gobierno, para una institución que está obligada a cumplir. Que sumado a ello, resulte que el gobierno no tiene, no puede, o no quiere, es otro tema y no ignoro que usted, también por más que pida o necesite, se rige por un PRESUPUESTO, por recortes y una serie de circunstancias. Lo que no le hace bien es comprar conceptos, crear discursos a modo y una serie de vainas, para justificar lo injustificable. Al sistema de salud, a ese sistema de salud tan carenciado y necesitado desde hace 30 años, pero a la vez saqueado de poco o nada le sirve la austeridad, o la promesa de mejora, o la promesa de bonos (que sabemos que no llegan), sus necesidades son al mismo tiempo, las necesidades de un pueblo tan carenciado como sus instituciones y eso es lo que le toca a usted fortalecer. Agradecer, es también proteger. Proteger es fortalecer, doc. ¿Necesitábamos así, el mensaje nacional de la mamá del niño, agradeciéndoles? ¿Lo necesita el personal de salud? Ellos están salvando vidas, no aplaudiéndole frente a un televisor, en jornadas extenuantes. Andan en otra cosa, doc. Y usted lo sabe bien y si no, se lo aclaro: No doc, no lo necesitábamos. Lo necesita su secretaría. Publicidad no pagada, si los medios le dan bola, la cosa es que ya no se la dan. Esa familia, le apuesto doble contra sencillo, que en su momento agradeció a los doctores en persona y de una manera más auténtica que la vimos en pantalla. Y muchos ciudadanos, a diario, de muchas maneras, buscamos agradecerles, reconocerles, aplaudirles. Hasta los más desesperados, por mucho que haya momentos de rabia y la pandemia ésta plagada, desgraciadamente, de ejemplos atroces y dolorosísimos contra el personal de salud. ¿Sabe qué, doc? Es tal la impotencia social, que en lugar de patear la pared del hospital o romper una silla, las personas se van contra el personal y no los justifico, entiendo el hartazgo social, la frustración, el miedo. El horror transformado en violencia. La desesperación, la frustración, la impotencia y la rabia son otras pandemias de las que no nos gusta hablar, pero ahí están. Y acaban con las vidas de cientos de mujeres al mes. Esas violencias, esos horrores, esas otras pandemias silenciadas, doc, esas, menos que ninguna otra, salen sólo con PARACETAMOL, reposo y aislamiento. Al contrario, las potencian.

Y fíjese doc, que le estuve dando vueltas y vueltas. Píensele y piénsele, como qué testimonios sí necesitamos la población. Lo que no sé doc, pero ya usted me dirá, si es que hay testimonios de ello. TES TI MO NIOS doc, no gráficas, ni videos, por fa vor…

Mire, ¿qué tal TESTIMONIALES de CARENCIAS, DEBILIDADES Y FORTALEZAS? En ese orden, doc, porque fíjese que, en este caso, el orden de los testimonios, sí altera la percepción social y el impacto… ¡Ay, el impacto, doc! Pues sí. El impacto, tiene sus costos y consecuencias, doc, pero créame doc, en una de esas, no le pierde. No sé si le gane, pero no le pierde. ¿Recuerda? Ética y transparencia. Y usted, las mantiene como pilares.
Mire, qué tal unos TESTIMONIALES sobre:

1.     Red de ambulancias GUBERNAMENTALES en la CDMX y en el país. ¿Cuántas hay, con cuántas operan, cuántos operadores? ¿Cuánto cuesta un traslado, cuánto tarda? ¿Saturación y respuesta? Es que mire, cuando necesitamos una, en abril, tuvimos que pagarla bien cara, al triple de su costo normal ($16,780.00 llegó el cargo a la ambulancia privada y lo tuvimos que pagar antes de que fueran por nuestro paciente) porque el GOBIERNO INTENTÓ, pero nunca pudo llegar. El pobre paramédico en casa, lloraba de que se le acaba el oxígeno, pedía y pedía la ambulancia y siempre se quedó en tránsito. Aún así, la privada tardó 5 horas en llegar. Sí, Agustín, paciente COVID, murió en hospital 3 días después. ¿Sabe por qué? Ya en la ambulancia lo mandaron a dos hospitales y en el que sí había cupo, la ambulancia tuvo que esperar en fila, 3 horas. ¿Pá cuando el testimonio, doc?

2.     ¿Qué tal el tiempo de respuesta 911? No se equivoque, doc, no del 51515 ni de locatel que funcionan en lo local, no hacia lo federal. CDMX es otra vaina. Hablemos de lo que tiene que hacer el 911 y Secretaría de Salud Federal que no hacen. Cómo no dan seguimiento, cómo no realizan las llamadas que prometen harán en 30 minutos, cómo se hacen bolas cuando el gobierno local quiere hacer su chamba y el federal dice que tiene que pasar por ellos y se rompe la cadena, hasta que el gobierno local toma las riendas. La CDMX al parecer opera muy bien, pero se la pasa corrigiéndoles la página LO HE VIVIDO EN CARNE PROPIA. ¿Qué tal testimonios desde acá, doc?

3.     Doc, mire, se me ocurre, ¿qué tal un TESTIMONIO de usted mismo, explicándonos por qué nunca nunca, nos aclaró o nos hizo diapositivas de cuándo el #quédateencasa era ya un #córrelealhospital? ¿Qué tal un testimonial de cómo no se le ocurrió explicar cuando es “insuficiencia respiratoria” y cuando es “ya se está asfixiando”?… ¿Pá cuando ese testimonio, doc? Es que doc, es usted tan consciente de que hay mucha gente de bajos recursos, población de riesgo y una serie de cosas, que no entiendo cómo esas clases que sí necesitaba la población, cuando usted tuvo la oportunidad, la atención y la buena voluntad de la población de creerle, usted no aprovechó para explicarnos, explicarles, cuándo ya pues la oxigenación si es poquita y cuándo ya, la recomendación, es ir a un hospital, hablarle aun doctor, pedir ayuda. La ayuda está llegando tarde, la gente está muriendo, porque usted les dijo, hasta el hartazgo #Quédateencasa y se quedaron…¿sabe doc?, sospecho que eso no iba a evitar muertes, doc, pero sí le iba a saturar hospitales. En una de ésas sí evitaba muertes y si no las evitaba, sí iba a evitar la angustia de familias enteras, viendo cómo sus seres queridos empezaban a amoratarse, a asfixiarse. Un montón de gente se ha muerto en sus casas, doc, justo por no entender esas diferencias y entonces doc, pues, híjole doc, las cifras.. híjole doc, la conciencia social, híjole doc, ayudar a todos parejitos, ay, doc, ay doc… ¿Pá cuándo ese testimonio, doc? Las vidas no son cifras, doc. No lo eran. Ahora lo son. Se hacen cifras en el proceso. Siempre son/fueron hijos, padres, abuelos de alguien. 

4.     ¿Sabe qué me encantaría, doc? Un testimonio de los porqués. ¿Por qué los SOSPECHOSOS no se llaman AMBULATORIOS, por ejemplo? o ¿Por qué tanto empeño en dejar los casos "sospechosos" en sospecha eterna? Estaría muy bien, que en este testimonio de porqués, se incluyera la razón de su terquedad a negar pruebas y PCRs negativos post-COVID "sospechoso" (no me tire el rollo deen hospitales sí se hacen, o vaya y paga la prueba, porfa). Ay doc, es que me obsesiona el nombrar, discúlpeme. Usted ha explicado que no testimoniado, cien mil veces en 100 días, lo de las pruebas. Yo lo sé, pero mire: Sospechos sin pruebas y ambulatorios sin PCRs pues “repunte seguro, doc, se lo juro, jurito”. Mire si los sospechosos fueran ambulatorios, pos hubieran hecho las pruebas (sí ya sé doc, saturación, recursos, presupuestos, recortes, retrasos de 30 años, aaaay, ya lo sé, doc…pobreza, falta de personal, doc… ya lo sé, doc, ya lo sé.. ¡PERO DIIIGALO!), si se hacen pruebas (no al azar, si no se trata de buscar las llaves donde no se perdieron) tons bajan los "sospechosos", suben los ambulatorios y a los ambulatorios PCRs negativos post COVID (sí, ya sé el presupuesto, doc, ya lo sé.. pero PANDEMIA doc, pero PANDEMIA) pues con sus negativos bajo el brazo, nos ahorramos el repunte doc y con mejor suerte el rebrote doc… porque ¿El repunte no será el primer paso al rebrote? ¿Los recuperados ambulatorios, que en realidad fueron sospechosos en casa sin prueba, qué tal que le ocasionamos involuntariamente un rebrote en 3 meses SIN INTENCIÓN? Y entonces sí la que se le arma desde la economía. ¡Ah, perdón, no es usted economista!. ¡La que se le arma en hospitales, porque se le van a llenar las salas de urgencia, doc…¡Se lo juro jurito! Luego doc, luego, no vaya a decir que a nadie se le ocurrió decírselo, porque de que a usted ya se le ocurrió, ya se le ocurrió, nomás que seguro no le creen. Porque usted doc, es bien pilas y sabe un montón. Y es ético doc, y con responsabilidad social. Yo lo sé. Y además, a quien puedo se lo digo, doc.

De uno u otro modo, doc, podría seguir dándole ideas de testimonios. De una u otra forma, doc, los TESTIMONIOS, querido doctor López Gatell, son anécdotas bien desarrolladas. Casi como sus PRUEBAS que acaban siendo anecdóticas y poco funcionales PORQUE TARDAN MONTONES. ¿Usted cree que me importa si salgo positivo o negativo? Ya para cuando lleguen los resultados, ya acabé el tratamiento que me mandó el doctor. Positiva o negativa, más o menos hacia el domingo no tendré ningún síntoma, COVID, quién sabe, porque si el GOBIERNO no me entrega los resultados, pues yo no tengo ni los "mínimos $3199" (que pueden elevarse hasta 13,200 pesos para pagarme la prueba por mi cuenta).

¡Ay, doc!, ¿cómo se lo explico sin diapositivas? A ver. Es que, tanto en los testimonios como en las pruebas, también hay variantes. Hay muchas líneas narrativas posibles en un testimonial, como variantes en una PRUEBA COVID. Una buena prueba COVID debería entregar resultados positivos y negativos, en PCR IgM IgG que nos entreguen las combinatorias siguientes: Negativo-No inmunizado-paciente en riesgo; fase preclínica o clínica inferior a 7 días; fase aguda de la infección de 7 a 10 días; fase activa de 7 a 10 días, carga viral disminuída, repetir PCR; fase activa de más de 14 días (Carga viral disminuida, buen pronóstico por IgG); fase final (infección de más de 14 días o posible recurrencia) y, por último Infección pasada y curada… ¿Sabe qué es lo más triste, doc? ¡Que ni la mejor prueba -por ahora- disponible en CDMX, no da los resultado así, ni en laboratorio privado (Mis primos se hicieron la prueba por necesidad y los resultados que les entregaron eran patéticos, por incompletos y ellos sí pagaron un varote por ellas, porque tenían personas en edad de riesgo que necesitaban saber los resultados, no por pudientes) Y dicen, así como se dicen taaantas cosas, porque no conozco a nadie que la haya pagado, que la prueba que entrega esos resultados, esos de las variantes bien chipocludas, para ver si a una no le va a dar el telele de pronto, en CDMX cuesta por arriba de los 13 mil pesos… ¡Ay doc! ¡El lucro, la oportunidad! ¡Ay doc, el empeño en el lucro con la salud! ¡Ay, doc, tendríamos, bueno no, tendría usted que, en lugar de andar en las nocturnas quemándose el prestigio, usted debería estar reuniéndose con farmacéuticas, laboratorios, laboratorios clínicos, hospitales, compañías de seguros privados, todo eso del tema del lucro con la salud, esa sí debería ser su chamba, digo, porque pa leer gráficas, que tiene su chiste, no lo dudo, pues no creo que usted tenga un cargo público para eso, para leer y releer diapositivas, para repetir como merolico las características de un semáforo y qué significa qué color, no doc, no se quemó las pestañas para eso y mucho menos, cobra lo que cobra, para contestarle a los medios la misma obtusa pregunta de hace 100 días. No doc, quiero pensar, no, corrijo, estoy convencida, de que usted juega en ligas mayores. Usted está a otro nivel. Espero. Uyyy  y sí usted bien sabe que hay otro montón de cosas, que  están re-mal… Yo digo, doc, ahí usted sabrá…

¡Ay, Doc! es que mire, en buena onda, en súper, súper, buena onda, con las pruebas en CDMX pasa un poco lo mismo que con el Método Centinela, ese tan suyo de usted, como con los cubrebocas y sus sís y sus nos, y con sus picos, tan meseta, tan aleatorios y cambiantes… nomás no nos ponemos de acuerdo; yo creo que lo que sí es de muy mal gusto y peor educación, el salir una a la calle pues a contagiar sin querer, ya ve que la carga viral cambia de persona en persona y pues nomás faltaba que  va a ser  nuestra culpa sospechosista… perdón, perdón, culpa y responsabilidad de las personas "sospechosas" el repunte primero y después el rebrote del COVID, que en octubre ni que nada, ¡en agosto! No doc, no es justo ni ético dejar que eso pase. La responsabilidad del repunte primero y el rebrote después va a ser todita de ustedes, las autoridades sanitarias federales, por dejarnos en sospechosos y no re-convertirnos a ambulatorios y después en recuperados… peor aún, con eso del rebrote y la posibilidad de que vuelva en tres meses… ¿Quiénes cree usted que se van a enfermar primero? Eso, doc, palomita, ¡Pos los sospechosos! ¿Y quiénes le van a hacer un contagiadero y a saturar hospitales para dentro de esos tiempos, con además, influenza en el ambiente? ¡Doble palomita, doc, los sospechosos! ¡Y como se nos crucen en el mismo organismo, en nuestro mismo cuerpecito la  influenza y el COVID, ahí le encargo! ¡Vamos a caer como mosquitos! ¿Ve doc? Cosa de sumar facilito, de nombrar correctamente, de ir descartando, de ir sanando o al menos dejando en mejor estado de salud ¡pos a los sospechosos! Sí, exacto que no son sospechosos sino ambulatorios. Es facilito, doc. Sano o enfermo. Covid or not Covid, that is the answer not the question. Le "compro" ya en mi afán de comprarle algo, los sospechosos en defunciones, si y sólo sí, fallecen mientras el resultado de la prueba está en proceso de resultado.... ¡Ah, una pregunta ociosa antes de que se me pase!: Si la prueba arroja resultados en cuatro horas, por qué, entregan resultados, 3,5 o 7 días después de tomadas las muestras? ¿Rezago, saturación, carga de trabajo? ¿Por? ¿No que todo bajo control, doc? 

¡Ay, doc! ya no sé si seguirle con el testimonio, pero como que ya me encarreré. Insisto doc, es que, los testimonios que como población, como colectivo, necesitamos, son otros y tendrían que ir, por nuestro bien, en otro sentido. Necesitamos atravesar la línea del anécdota. Necesitamos visibilizar para transformar, no sólo contar. No sólo leer gráficas y marear a la población una hora hora al día, porque entonces, doc, pues una le apaga a la televisión, se sale de redes, y mejor hace otra cosa. O nada. Digo, ¿ni que tuviera una tanto qué hacer dentro de cuatro paredes, no doc?

En mi caso, doctor López Gatell, tristemente, mi testimonio, se le sale de target de sus testimonios. Y mire que yo voy en mi propia fase dos, y en las dos fases, los teléfonos #Federales, el supuesto seguimiento federal (y ése es del que usted forma parte) ha brillado por su ausencia. Aunque en ambas ocasiones, el gobierno local me ha insistido que, mi caso, lo tenían que reportar a lo federal, sobre todo a partir del repunte covidoso, de la secretaría de salud federal, ni sus luces. Ni un pinchurriento mensajito. Lo bueno es que no salgo y no tengo planes los siguientes catorce días, pero, su ese tan mentado seguimiento federal brilla por su ausencia; yo, tranquilita en casa, unos días en pants y otros en pijama, unos sentadita otros recostadita, aquí con calmita y sin prisa sigo esperando la llamada de Salud Federal, en cambio, sí puedo y quiero reconocer por aquello del testimonio, que le encanta, mi doc, que la SECRETARIA DEL SALUD DE LA CDMX y la oficina asignada para COVID de la Dra. Sheimbaum, me llamó, la primera vez, cada dos días y, desde hace 9 días: 2 veces locatel, una vez Salud de mi alcaldía (¡ay fíjese aquí fue muy divertido, porque el Gobierno Federal me había mandado a hacerme la prueba COVID a clínica, bien lejísimos de mi domicilio, y a las 8.30 am, con este clima tan horrible y que el gobierno local, bien buena onda, me dijo ¡no cómo cree, no vaya a su cita, nosotros vamos a ir mañana a su domicilio!… ¿ve cómo pasan cosas bien rarísimas entre el gobierno local y el federal? ¿Sí nota que como que los protocolos no machan? Pero eso creo que usted ya lo sabe, porque todo el tiempo le reconoce el Protocolo a la Doctora Sheimbaum, así que además de reconocerle, algo habría e aprenderle e implementarlo, bueno pero es solo sugerencia), y además de todo lo que ya le conté, pues también en estos 9 días ya me llamaron de una oficina asignada directo por la Dra. Sheimbaum y la entrevista fue enriquecedora, de intercambio. Escucharon, reconocieron, acompañaron. Si he de echar porras doc, así como porque las porras son súper publicidad y buenaondez, pues lamentablemente no son para la Secretaría de la que usted es subsecretario, sino a la local. ¿Qué cree? Usted sí está haciendo política, mucho verbo, mucha palabra correcta, mucha equidad, muchos datos abiertos, mucho lenguaje correcto y una empatía tan política que loque sí le ganó fue en convertirlo en objeto (tristemente objeto) de todo halago y toda denostación. Lo pusieron al frente. Sí, su maestro Alcocer, que usted respeta y reconoce tanto, lo puso de blanco y la sociedad avienta y avienta dardos hasta desgastarle la imagen, el prestigio y, como usted dice, hasta el sueño. Yo también duermo poco, Doc, pero por la tos y la febrícula, porque ya a estas alturas, afortunadamente y gracias aun té buenisimo ya no es fiebre, esa fiebre horrible que viene y va y que usted dice que se quita con encierro y paracetamol y que no es así. Porque luego lo que usted dice, pues como que a los internistas no les cuadra mucho y mire que he consultado a varios últimamente. Ellos son un poquito menos confiados y prefieren pues sí recetar antibióticos, porque ya se dieron cuenta que pues solito, solito, el virus pues nos e va ir, y púmbale, a sambutirle a una harto, harto antibiótico. ¿Sabe doc? Sí cuesta un varo significtivo, surtirse de chochitos porque pues los genéricos están agotados  y luego súmele tantitos cuantitos más remedios que van del té a las vitaminas. Sí, en efecto, qué bien que no se me agravó y qué bien que estoy en casa. No estoy sana pero sí mantengo mi distancia y sigo siendo sospechosa, porque justo, esos tiempos de respuesta, esa saturación (que usted dice que no hay) SÍ EXISTE.

Pá pronto, doc, creo sincera y humildemente que no es el tiempo de los TESTIMONIALES a conveniencia. Ni de los testimoniales lacrimógenos o de testimoniales donde usted va a dar el PÉSAME en cadena nacional a las familias con pérdidas. Para eso está (cuando está) la prensa y cada una de las y los periodistas que escogen un ángulo de la pandemia para contarla. Ya los ángulos que escogen... bueno, doc, hay cosas tan históricamente inertes que no vamos a cambiar ni usted ni yo, aunque repantingue cada día con mayor furibundez. Pero, siendo respetuosos con la PANDEMIA, los deudos, los enfermos, las personas que han fallecido, el personal de salud, las personas que no pueden quedarse en casa, sus testimonios les pertenecen y, en dado caso, la historia, su historia, su experiencia, tendrían que narrarlas desde ellas, a voluntad y no usted ni mucho menos en cadena nacional.

A usted le toca, creo yo, doc, y a lo mejor me equivoco, en tanto administrativo que es, porque todo servidor público, con el cargo que usted ostenta, es administrador y servidor de la nación, pues eso, administrar y servir. 

¡Ay doctor, qué lejos aquellos tiempos en que usted era un meme y que una creía que esa frase del elemento en palacio nacional de “lo que diga salud”, sí, nos lo creíamos. ¡Ay doctor, usted tan Trending Topic y afuera, afuerita apenas, la gente rifándosela entre el miedo y la incredulidad. Caminando sin saber si camina junto a la calaca, o junto al COVID leve, o al no tan leve. O si es gripa, rinofaringitis aguda, COVID, Influenza, o pulmonía... ¿el tráfico no es lo que era? No. No lo es. A usted le dio risa... a mí me da por pensar en cuán caro va a salir al sistema de  salud, a la ciudadanía, esa respuesta, esa "necesidad de salir" en los próximos 10, 14 días...

¡Ay, doc!, ya, disculpe la misiva, no crea que no tengo claro que usted apenas y es el rostro de las cifras, quien da la cara, el responsable de informar. Sé bien que usted es el mensajero. Usted cada día, hace ciento veintypico de días, dice y dice y dice y repite y repite y repite... y agrega y agrega diapositivas... pero la ANORMALIDAD, está allá afuera, el COVID en quién sabe cuántos cuerpos, generando sospechas, sin presencia visibe pero con un protagonismo que amedrenta y el cual tiene sus fases, a veces, está a punto de entrar a escena; otras, en plena función y, en muchísimos casos, hasta ahora más de 30 mil, en lamentables defunciones... El COVID afuera, doc. Y usted (porque es el mensajero) y su subsecretaría, ente lamiéndose las heridas y mirándose el ombligo... uuy doc... los TESTIMONIALES deben invitar a la toma de conciencia, a la comunicación, a dar cuenta... incluido aquel que sea melcochoso y cursi (los hay, y cumplen con una función) pero lo de hoy doc, lo de hoy en su nocturna fue al más puro estilo del #yaséquenoaplauden y #lobuenocuenta... ¡Qué pena doc, qué pena... tanto que decir de COVID y usted jugándose el pellejo en la politiquería, en esa que usted dice que no hace, pero hace todo el tiempo!..

¡Ay,doc!, creo que anda errándole a la estrategia y no necesariamente a la del COVID, sino a la más importante, la de la CREDIBILIDAD y el PRESTIGIO... ¡qué pena doc, qué pena! Hubo un momento un ya distante momento, casi eterno, de 100 días atrás, en la que pensé, en serio pensé, que usted podría hacer alguna diferencia... tiempo ah... ¡Qué pena!..

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lunes, 20 de abril de 2020

Odiado SARS- CoV-2: El diario que no escribiré


Esta madrugo-mañana puedo sentarme frente a la computadora y escribir un poco. Checar el correo electrónico. Intentar, mínimamente, conectar(me) con el mundo, como ustedes, los otros, tantísimos otros, lo han hecho oficialmente y porque no les queda de otra, desde hace ¿35? ¿30? ¿20 días? Muchos de ustedes, incluso, ya perdieron la cuenta. De los días. De sus días de encierro. De sus noches. De sus insomnes noches. Otros, tantísimos otros, no han cambiado su rutina. Ya pasaban horas frente a la computadora desde sus casas desde ¿hace 10 años?, ¿cinco?, ¿tres? Miles de personas trabajan desde sus casas. Su oficio lo permite. Sus empresas lo facilitan. Razones y sinrazones, hay para dar y prestar. Yo misma, trabajo en casa desde hace más de una década, haya sido esto voluntario o involuntario. No es el tema.

Estos días de encierro, de nuestro encierro que parece no tener fin, a diferencia de ustedes, no lo he pasado frente a una computadora. No he leído ningún libro. No he aprendido inglés ni francés ni alemán. Apenas y escrito algunos tuits, he escrito algunos posts en facebook. Tampoco he visto cientos de series ni películas. Ni siquiera decenas. No me he puesto al corriente de nada ni con nadie. Tengo las mismas charlas pendientes, el mismo trabajo atrasado y el clóset intacto a la espera de esa limpieza profunda que dicen que me darán ganas de realizar ante la desesperación del ocio o del no saber qué hacer conmigo misma en el encierro. En el forzado encierro. En el necesario encierro. En el obligado encierro. En el mandato #quédateencasa.

La historia del encierro se complica cuando hay que agregar calificativos como confinamiento o aislamiento. Y lo primero que pienso es que hemos (han) utilizado mal la palabra confinamiento, pues aunque el encierro es obligatorio y temporal, no es en otro sitio que no sea nuestro domicilio. Vuelvo entonces al concepto encierro aislado. A la mezcla terrible del encierro en aislamiento. Entonces, como si de una subtrama macabra se tratara, los cabos sueltos se transforman en una sintomatología diversa y, paradójicamente semejante. ¡Esa diversidad semejante! ¿Diversidad semejante? Quede ahí. Como subtrama, como subconcepto, a abordar o no, en estas líneas.
Y es que el encierro cuando suma aislamiento connota castigo. ¿Qué les pasa a los presos que castigan? ¿A dónde mandamos a los hijos “a reflexionar”? ¿Qué pasa cuando decimos: “a tu cuarto y no salgas”? Desde pequeños, aislarnos es castigarnos, no protegernos.
Esta vez, ante esta pandemia SARS CoV-2. Se nos conmina al encierro (aún por ahora) y se nos impone el aislamiento, en caso de presentar sintomatología, en caso de enfermar. Ese ha sido mi caso. Ese ha sido mi no andar por el primer ciclo de encierro. Ni el encierro ni el aislamiento ha sido a voluntad o a medias. Para mí es obligatorio y de a 24/24 hasta hoy ya, de un sinnúmero de días que suman 32 días, 30 de ellos con dedicatoria COVID. 32 largos días, con sus respectivas noches, exceptuando la de hoy, porque ésta no ha caído. Al menos para mí. Hoy, 30 días después, de salida covidiana, y aun cuando el aislamiento obligatorio para mí es todavía hasta el 25 de abril, parafraseo el chiste del “¿Alguien anotó las placas del trailer que me pasó por encima? Y es que así es esto, el COVID19 te pasa por encima. Por cada parte de tu cuerpo. Sí, se acomoda perfectamente en las vías respiratorias, anida en el aparato respiratorio pero se pasea por el resto de nuestra casa cuerpo “a sus anchas”. Se pasea y, o pasa de largo o te destruye. Y sí, los médicos, los epidemiólogos, dicen que, en la mayoría de los casos pasa, te desacomoda toda la casa, hace un tiradero, se cansa y se va. Como lo sabemos, otras casas-cuerpo le gustan tanto que se ls apropia y las destruye. Entonces las complicaciones, la neumonía, la muerte. Y destruye todo a su paso: personas, familias, sociedades, países. Por supuesto, economías. Y ante su cautelosa invasividad poco qué hacer, salvo reconocerle a tiempo. Reconocerlo es curiosamente reconocernos. Conocernos. Sabernos cómo estamos y cómo reaccionamos ante nuestras enfermedades. Saber reconocer nuestros propios síntomas. ¿Cómo estábamos antes, exactamente antes de que llegara de visita? Es que se parece como a… es que, quizá no es como dicen que es… es que no siento lo que dicen que tengo que sentir… Y recuerdo que mi tía decía: “Mira, al vocho le suena todo; hay que saber escucharlo porque todo ruido en el vocho es normal salvo un ruido nuevo. Entonces, si los ruidos del vocho cambian, algo le pasa, seguro algo le pasa.” Y no es que me considere el vocho, ni que los cuerpos sean vochos, pero si escuchamos o medio escuchamos al cuerpo, a nuestro cuerpo, seguro podremos reconocer con mayor facilidad qué sí nos pasa y qué no nos pasa. Y entonces esa autonomía dentro del encierro, implica también autocuidados.

Poco a poco lo sencillo se hace complejo. Y cuando ves, estás ahí. Y cuando desperté, parafraseando al maestro: el COVID19 estaba ahí. Había llegado y no sabía qué se le iba a ocurrir. Estábamos solos. El COVID19 y yo, encerrados y aislados en mi casa. Él y yo. En mi casa. En mi cuerpo. En mi cuerpo casa. Y a bancársela. Y a convivir.

Y clarito me dije, desde el 17 de marzo que esto era inminente y desde antes, cuando empezábamos a tomar en serio lo ocurrido en Europa casi con la inocencia de un crío de que quizá a México no llegaría y con la taquicardia miedosa de que era cuestión de tiempo, que no sucumbiría al relato testigo del “Querido Diario”. Sabía incluso, porque alguito me conozco, que eso del Diario (porque nunca lo he tratado de Querido) no me funcionaría, pasara lo que pasara en el país, porque jamás he logrado una libreta de reflexión de 50 páginas. No escribo en orden, no llevo el registro diario de reflexiones, sentires y emociones. Cuando hace muchos años lo intenté, por más ejercicio disciplinario que fuera, lo abandoné. ¡Ay las libretas, los diarios, el registro! ¡Gran género literario y nomás a algunos no se nos da! Siempre me justifico (y muy absurdamente) de que en la única charla que tuve el honor de compartir con el gran Ricardo Piglia, me dijo “con el tiempo, reviso mis libretas y me doy cuenta que en ellas quedaron plasmadas cosas que yo creía que no eran relevantes y que las que yo recuerdo como relevantes no están”… en ese momento ya no me acuerdo a dónde llevó esa respuesta pero ahora me acuerdo de sus diarios y entonces me digo, ¡Ay, ajá, pero él sí sabía lo que escribía y yo he de sonar a “Querido Diario”! Digo que uno tiene su ego, pero no es tan idiota para compararse con los grandes. Digo, una tiene límites.

El registro, el prontuario, el testigo. El dar cuenta. El darse cuenta. ¿Quién dijo aquello de “el escritor es el gran cronista de su tiempo”? ¿Ya se volvió lugar común? No lo sé. Yo, si algo reconozco (y no me enorgullece) es que escribo a des-tiempo, y dentro de una indisciplina-disciplinada. Pienso por semanas, por meses, por años, las historias, las anécdotas y las guardo en quién sabe que cajón de mi alma y cerebro. Anoto aquí y allá, luego pierdo las libretas con las ideas (y éstas aparecen cuando ya es tarde o por lo menos cuando son innecesarias y no son más que letras nostálgicas que me hacen decir frases como: ¡A buena hora aparece este pinche cuaderno! ¿No me jodas, aquí estaba, cómo no abrí este cajón!) y después, muchos despueses después, de pronto me siento frente a la computadora, o frente a una libreta y escribo, escribo, escribo, escribo. Y guardo, guardo, guardo. Algo muestro, pero poco. Escribo más de lo que muestro y casi nada lo publico. Pero ya sabemos que escribir y publicar ni es lo mismo ni es igual. Diga lo que diga el mercado, la industria y los demás, sean quienes sean los demás. El asunto es que, nomás no se me da el “Querido Diario” ni antes ni ahora. Pero me deleitan los Diarios de los otros. Sobre todo los de los Grandes Otros. En el caso específico de esta pandemia, de esta pesadilla covidesca, sobran y sobrarán “queridos diarios”, testimonios, crónicas personalísimas, personales, cercanas, familiares, comunitarias, sociales, mundiales. A pesar de ello “La Gran Historia del COVID19”, más allá de las limitadas y plagadas de lugares comunes historias de COVID19 que se escriben en tuits y posts y se escribirán en novelas, noveletas, testimoniales y ensayos próximos a publicarse por las editoriales que sobrevivan a la pandemia, esa Gran Historia del COVID con buena suerte y memoria para las próximas generaciones, también la escribirán las siguientes generaciones, los niños de ahora, los recién nacidos. Los por nacer. Nosotros, así en gerundio, estamos siendo esos personajes que ellos, los otros otros, están por narrar. O no.

Lo curioso de este asunto es que hoy, mientras escribo, miro el calendario. Me parece lejanísimo aquel sábado 21 de marzo del 2020, aquél sábado por la tarde en la que vi a mis nietos, jugué con ellos, los besé y me despedí con un, nos hablamos y nos vemos lunes o martes. Vienen uf, muchos días por delante. Esa misma tarde noche, vi a mi yerno, a mi hija. Llovía. Les dije los amo. Nos hablamos. Descansen. Parecía un sábado normal, aunque no lo había sido. Y siguió sin serlo. Para el domingo 22 de marzo del 2020, yo presentaba síntomas de “un gripón” con una migraña tan tremenda que creí que me daría un ICTUS y… ¿recuerdan que no se me da el “Querido Diario”? Pues es que soy fiel a mis principios. Hasta ahí puedo narrar sin ficción.

Sí, hoy 30 días después, sin síntomas pero convaleciente, reponiéndome minuto a minuto, soy incapaz, siendo sensata y sin aderezarlo con ficción, eso incapaz de reconstruir mi día a día, de estos últimos 30 días. He narrado lo que he podido en dos testimonios en facebook el primero de ellos un domingo y otro de ellos cuando me dieron una pre-alta, el pasado 11 de abril, más con el sentido de motivar el quédate en casa y explicar que es posible salir de ésta, justo en casa, y no con otra intención. Esos videos tenían también la intención de calmar a muchas personas que me llamaban o me escribían y yo no tenía fuerza ni ánimo de contestarles a una por una.

Caray, hoy, 30 días después (uf, ¡qué fuerte!) No puedo narrar ese día a día. Ni siquiera podría hacer un recuento, día a día de síntomas. Tengo lagunas, muchas, de días enteros. Apenas y recuerdo dos noches infernales con sus sueños-pesadillas pero tampoco podría narrarlos con exactitud. Uno de plano se me olvidó, el otro, todavía me da taquicadia porque lo recuerdo por fragmentos.

¡Es una pena que no se me dé romantizar algunas cosas (otras, las romantizo re-bien y hasta me excedo en ello) entre ellas el encierro, el aislamiento, el yo-mi-me-conmigo, porque me uniría a los miles de tuits y posts y estaría “bien in”, pero no, pues no se me da y ya está. Carencias que tiene una qué se le va a hacer.

Tampoco estoy nivel idiota máxima de que soy el ombligo del mundo. Miro, aunque a veces no quisiera, a mi alrededor. En lo personal, en la microhistoria más micro de mi ser, y no sé si con muchita o poquita, o la justa autocompasión del COVID19 mismo ¡Carajo estar enfermo y solo es de la mierda! Doy gracias infinitas de no haberlo estado en soledad. Porque solitario y en soledad no es lo mismo. Ni es igual. Afortunadamente fue en solitario pero no en soledad. Y pasarla en solitario, trae consigo otros miedos, otros temores, otrs reflexiones.

Salir al mundo virtual, ese mundo de las redes, de la TV, de los medios masivos, que me traía la pregunta constante del ¿Y mientras yo me azoto en fiebre, dolor, tos, quejumbres, quejumbritos, quejumbrotes, qué pasa en el resto del mundo? Cuando salí de la fase más jodida, y pude leer, ver, dije… ¡Madre santa pura y cristalina, mi pequeñísimo drama corporeo-personal está mucho menos del carajo que afuera! Y esos son otros dolores. Y al parecer tan inevitables e irreflexivos como el COVID19 mismo. En el mundo. En todos los mundos posibles y probables que caben en el mundo.

Sí, soy incapaz de escribir un “Querido Diario”, de estos 30 días. De hacerlo, seguramente comenzaría con “Odiado SARS- CoV-2”, pero si de algo estoy convencida es de que ese diario, este diario, tampoco lo escribiré.



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jueves, 13 de febrero de 2020

Las violencias: entre globos y chocolates


Exceptuando el  “Día de la Madre” seguramente el “Día del Amor y la Amistad” es el día más cursi del año. En una de ésas, el amor romántico supera al amor filial; en otra, el segundo inspira al primero, en aspectos mucho más profundos que los terribles memes en las redes o las frases de “filosofía del Selecciones” que se le atribuyen desde a Séneca hasta a Coelho, obviamente, en las redes sociales y una que otra tarjetita propia del día.

Esa cursilería que el día de hoy emergerá de lo más profundo, primero de sus carteras y luego de sus corazones, también es, de uno u otro modo, y más a fuerza que de ganas, un día (de algunos años para acá) de rebelde reflexión. De rabia. De burla. Ahora, en este 2020, decidir “festejar” el #14defebrero o cualquier otro “Día de” genera #rabiadehashtag, #burladehashtag o #reflexióndehashtag. Mentes más aguzadas, personas más acuciosas, rápidamente nos/les dirán a las/los otros/as cómo vivir el día y ¡por qué demonios no deben ni festejar ni mandar corazoncitos! Esas “violencias reflexivas”, que nos negamos a admitir que existen, paradójicamente recaerán en las mujeres. En esas mujeres a las que quieren llevar a la reflexión porque, son ellas las que tienen que entender que #amigadatecuenta. Ellas. Nosotras. Las otras. Y tan vulnerable nuestro Yo que queremos dar cátedra a cualquier Otro. Que siempre resulta ser Otra.

Este año en particular, muchísimas mujeres a lo largo y ancho de la República Mexicana se concentrarán (una vez más) para pronunciarse en contra del Feminicidio en general, y del particular de #IngridEscamilla, cuya revictimización se dio en redes sociales y medios de comunicación dadas las filtraciones de las autoridades. En CDMX hay tal cantidad de mini-concentraciones ya, que será difícil poderle dar seguimiento a cada una de ellas presencialmente. 

Tan emblemático el Día como El Feminicidio. En general. No sólo es Ingrid o Lesvy. Son Arlet, Evelyn y Nancy o Graciela y Gratziella. Gaby. Jessica Celene. O Jimena Paola. También, Valeria. y muchos nombres más de mujeres que no conocimos. Casi 3000 mujeres fueron asesinadas en el 2019 en este país. ¿Por qué tienen que existir casos emblemáticos? ¿Por qué? Abro la pregunta porque deberíamos estar preocupados de sólo recordar casos en particular y no la situación en general. A sabiendas de lo doloroso que resulta. No debiera haber ni un solo caso. Ni una sola filtración. Ni una sola foto aún más denigrante y revictimizante que dé cuenta de la brutalidad para gozo de otros. "Debería". Deber. Tener. Matar. ¡Vaya verbos! ¡Vaya repetición!

El punto. La simbología. Los subtextos. Los contextos. Este día, el del “amor romántico”, las mujeres lo hemos destinado a UNA VEZ MÁS --he insisto en este punto porque no es la primera ni será la última vez, lamentablemente-- a la DENUNCIA y no al “festejo” en pareja o con las amistades. Sí, cientos de mujeres saldrán a las calles. ¿Saldremos? Día para la rabia. Para la denuncia. Para la exigencia, para la visibilización. Mujeres en las calles. Ojalá. Y ojalá no. Así de complejo. Así de terrible. Porque "la digna rabia" y "las formas" se imponen al "fondo" y, no se filtra sino que se impone otra visión de los hechos, que trastornan a los ciudadanos que no leen sino que #hastaguean y la violencia se disemina se re-produce en redes con palabras que tuit en tuit, de post en post, dan cuenta de lo normalizado de la misma, en nuestras vidas. 

El amor romántico. El feminicidio. El amor seco. El feminicida. El amor que controla. La violencia. El zape. La chancla. "Te pego porque te quiero". "Es que me lo merecía". "Me hizo enojar". "Lo hice enojar". "No debí". El amor de Pancho Villa. “Que de amor te mueras” o, “te mate por amor”. Y es que “amar y querer no es igual; amar es sufrir, querer es gozar”. Tan terrible y complejo, que “ese hombre que tú ves ahí, es un gran necio/ Un estúpido engreído/ Egoísta y caprichoso/Un payaso vanidoso/Inconsciente y presumido”. ¡Ay, pero tan guapo, taan guapo, casi como Pedro Infante o Jorge Negrete”. No pues sí, si todas tenemos a nuestro charro cantor. O al proveedor. O a papá. Y ellos, buscan a mamá. Y todos en falta. La falta. La violencia. La muerte. El mito del eterno retorno. El paraíso. Del amor. 

Y seguiremos siendo Valientes no Libres. Aunque la consigna en las marchas se grite, se escriba o se graffiteé justo al revés. El deseo de libertad versus la necesidad de ser valiente. Desde todos los flancos acomodamos a conveniencia el "Empoderamiento", el "Girl Poweer". Ya ni hablar de la trapeada que le damos al Feminismo. Tan confundiditos. Tan confundiditas. Tan impositivos. Tan "si no la gano, la arrebato". Tan "te chingué." Tan "me la hiciste, me la pagas". Atrapadas sin salida. Las personas. Encadenadas. Las mujeres.

Y podría llenar de clichés, diez párrafos más. Y de “razones y justificaciones” de uno y otro lado, otros tantos. Y de pretextos. Y de perdones. Y de sentencias erróneas. Y de complicidades. Podría hablar y escribir páginas y páginas de por qué un varón dice “Perdón, no lo vuelvo  a hacer” y del por qué una mujer dice: “Está bien. Te creo y confío”. Y con buena suerte a ambos les “sale bien” y con mala suerte, no; con pésima, acaba en feminicidio o en asesinato. Lo peor es que no es suerte, es cultura (y certeza) de impunidad. De sumisión y desconfianza. De poder. De miedo.

Pasarán las 24 horas del día de hoy y volveremos a nuestras rutinas. Amaneceremos, mañana, en 15 de febrero, todavía con la resaca emocional. El eco del 14, la retahíla de memes, las serenatas, las lágrimas; las consignas, las fotos, las capuchas... sobrarán fotos de pintas y capuchas. Sobrarán los mensajes desvirtuados. Resonará la rabia en un par de #hashtags. Se impondrá la violencia mediática. Tendrá reverberancia el discurso atomizado. Las redes se homologarán falsamente entre globos y chocolates. Se inundará también de desamor. Lo cursi vs la burla hacia lo cursi. La violencia apenas y se tocará. Salvo que de mujeres en las calles se trate. Cientos, miles de mujeres, muchas más de las que saldrán mañana a las calles, subirán fotos de sus peluches, sus regalos, besando a su pareja, en reunión con sus amigas/os.

Porque no está de más decirnos, de vez en vez, que nuestra conciencia social, nuestra responsabilidad ciudadana, nuestro compromiso ético como personas, nuestra particular historia de vida, nos permite lo que nos permite y nos limita lo que nos limita. Una puede lo que puede y hace lo que puede, con lo que tiene. Y el bonito choro de “naranja completa, busca naranja completa” puede hacerte jugo, queriendo o no. Y ya lo dijeron por ahí “All you need is love” y, de vez en vez, “hormona mata neurona y no viceversa”. Y pues ya en éstas, "Amores que matan nunca mueren” y “amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño”.

La peor noticia que trae Cupido consigo hoy, es que, por más rabia que nos cause, mañana, habrá 1,3,5,7,9,10 u 11 mujeres asesinadas. Ya no sabemos ni siquiera la cifra oficial. Eso. Nos hemos convertido en una cifra que va de 1-11 según se encuentre el dato. Y será su último 14 de febrero. Y el ejercicio de  recordación (que no conciencia), de exigencia de justicia al grito del  #TodasporIngrid será, una acción más de la que se dará cuenta desde una diversidad de expresiones, lamentablemente tan predecibles, como los chocolates, los peluches y los globos de corazón.

Cupido no tiene más flechas de amor. Nos están matando. A las mujeres. Porque alguien dijo que éramos  “el oscuro OBJETO de deseo”, y que había que “tenernos, poseernos”. Sí, nos están matando y no precisamente de amor. Diario. A diario. Sin importar el “Día de” en el calendario. Nos matan en #6defebero, #14defebrero, #22defebrero, #8demarzo, #26demarzo; #24A, #10demayo; en #28demayo, #20junio, #30dejulio, #28deseptiembre, #19octubre, #25Noviembre, #10dediciembre. Nos matan. Y nos seguirán matando, lo cual no es ni sentencia cruel ni deseo, es una realidad. Nos matan porque pueden. Nos matan porque queda impune. Nos matan porque nos han matado históricamente de muchísimas maneras que ahora han escalado.

¡Ay, las violencias! Las violencias se activan en cada ser humano y lo enredan en sus propios tentáculos. Y buscarán como seguir enredándose o mutando, de ser en ser, de persona en persona, mientras no existan una serie de acciones que realmente permeen a la sociedad y que implica trabajo en conjunto. No nos ceguemos: aun cuando éste se implementara y ejecutara a la perfección, en perfecta sincronía de todos los actores, los resultados los veríamos como sociedad en 20 o 30 años. Una o dos generaciones de infantes después. El asunto es que no empezamos a empezar y peor aún, retrocedemos.

Las violencias son esas cadenas, visibles o invisibles, que nos sujetan hasta inmovilizarnos, mientras comemos chocolates, nos abrazamos a peluches y para beneplácito de Alejandro Fernández escuchamos, el #14defebrero a nuestro charro cantor, gritar a voz en cuello, casi como si nos la dedicara, harto emocionado, cantar: "Mátalas/Con una sobredosis de ternura/Asfíxialas con besos y dulzuras/Contágialas de todas tus locuras”… pero pues qué se le va a hacer, ya sabemos, porque muchas así aprendimos,  que “quien bien te quiere te hará sufrir”. ¿Vaya joda, no?

Usted, mientras tanto, tranquilo. Hoy es #14defebero. Hoy asesinarán a 7 mujeres en promedio, sin importar si usted marcha, se enrabia, se encapucha, pinta monumentos, se toma selfies con corazoncitos, sube frases cursis a las redes, come o da chocolates, se va a cenar con sus amigos o canta solo o acompoñado, lo que le guste cantar. Nos están matando. Con usted, sin usted o a pesar de usted.

Sí, nos están matando. Aun en #14defebrero. O quizá porque lo es.





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lunes, 20 de enero de 2020

Un artefacto llamado Casas vacías



Cuando una novela genera, de pronto, una avalancha de aplausos y reconocimientos en determinados sectores de la población o determinados grupos y se leen comentarios, sobre todo en las redes sociales, más propios del aplausómetro que, ya no digamos de crítica literaria, sino por lo menos de una lectura comprometida, analítica y contextalizada, a mí me dan unos cuantos espasmos, me empieza el telele y, después, llegan las tres preguntas casi mandato: ¿Estamos frente a un nuevo Best Seller? ¿Un relato políticamente correcto/incorrecto? ¿Una diatriba? También, me da por pensar que exagero y que simplemente es un carrousel de entrevistas bien hecho y que, apenas pase el mes (en el mejor de los casos) de ola expansiva, nada volveremos a escuchar del texto y su “éxito”. Sin embargo hay textos que, se “revitalizan” y tienen un segundo aire. Tal es la circunstancia de Casas vacías (Kaja negra, 2018/Sexto Piso, 2019) de Brenda Navarro (1982).

Revitalizada pues, la novela en cuestión y, a diferencia de su primera época, no sólo aumentó el aplausómetro sino las reseñas nimias porque, si te regalan la novedad, si hay carrusel de entrevistas, hay que publicarlas y, si se puede, banalizar el discurso lo más posible para que el lector común se identifique con la historia para lo cual hay que contar de qué va, recomendarla sí o sí dejando de lado la crítica literaria y priorizando la promoción y publicidad. ¿Y eso, cómo es que puede aportar a la literatura? ¿A la creación? ¿Y eso, cómo ayuda al lector?

Yo volví entonces, a mis preguntas, a la relectura del mismo ejemplar digital que, en algún momento de 2018 descargué de kajanegra.com, pues el tiempo, la relectura, facilita otras reflexiones, otras interrogantes y me revelaría, o no, aquello que no me entregó la primera vez. Las interrogantes se agolparon. Los subrayados anteriores (que en ebook pueden guardarse y después eliminarse) desaparecían para dar su lugar a otros. Algunos simplemente quedaban ahí, en otro color. Para distinguirlos. Para seguir pensándolos, aun cuando no sabía muy bien qué habría de re-pensarle. 

Casas vacías está dividida en tres partes. Cada una de éstas enumera más que contar o narrar, aun cuando “todo” sucede hacia adentro y hacia afuera. Y es que ese todo y esa nada, nunca es claro. Es una “novela” ¿fragmentaria? en torno al dolor, las pérdidas y las maternidades. Mejor dicho: anti-maternidades. 

El acto que desatará este discursar es la desaparición de Daniel frente a los ojos de su madre y las emociones, sentimientos, pensares y recriminaciones que van encabalgándose a partir de ello en la propia madre y su entorno. Desde esta primera parte, el "jugar" con la "idea del horror" de las mujeres, ella que radica en que tu hijo o hija te lo roben, en el parque, en frente de tus narices, ya trae una carga simbólica y de limitado análisis. A partir de ahí, la empatía lectora se torna complicada, al menos para mí. No es que esté colonizada ni que no entienda el dolor. Es que el espacio inverosímil empieza apropiarse de la atmósfera. Pero no nos detengamos ahí. Este hecho nos llevará de la mano, a la parte dos de la novela, en la que sabremos el destino de Daniel, ahora Leonel, quien además tiene autismo. Es aquí, donde las circustancias van tornándose inverosímiles, dolorosas, inauditas. ¿Todos los involucrados aceptan el secustro de un menor porque sí? ¿Porque machos? ¿porque pobres? ¿por qué? ¿No hay mínima cordura? ¿MI NI MA? Y pinta para peor: para la tercera parte de la novela, ambos discursos “antimaternales” convivirán sin rozarse, pero convulsionarán. Le explotarán ambos mundos al  lector que, si ha soportado, sí soportado, llegar a este punto, si bien no espera un final feliz, porque no debiera tenerlo dados los acontecimientos, no espera que, precisamente, ese discurso antimaternidad concluya con el asesinato del menor. 

Y aquello que pareciera una novela, que intenta ser una novela y que nos han vendido como una, no lo es, tiene más tintes de diatriba o una antidiatriba o ¿una diatriba decolonizada? Quizá un soliloquio. El pie de un ensayo literario progre. 

Casas vacías es un rompecabezas donde las piezas no encajan, se meten con calzador. Los personajes no se sostienen y, peor aún, tras la búsqueda de evidenciar una realidad, termina caricaturizándola, encasillándola e incluso repitiendo patrones de estigmatización.

Cuando uno cree que no puede haber un personaje más patético, más inverosímil, aparece otro que lo supera. Y cuando uno cree que no podría haber una subtrama peor, también llega otra. De entre tanto horror y por demás in-creíble apenas y se salva Nagore, la única niña que parece tener cierta fortaleza y claridad. De su historia. De la historia que la nombra. De la historia en la que está involucrada. Ella tiene nombre. Al igual que su madre, Amara. ¿En serio? ¿En serio, la niña que vio como su padre asesinaba a su madre, es la que tiene más claridad, fortaleza y 
la única que puede enfrentar su realidad? ¡Caray! Y no es un dato menor que, el otro nombre de mujer relevante en la historia, sea Sylvia, casualmente en su papel de amante. La otra siempre tiene nombre. O apodo. ¿Los varones? Con nombre. Las mujeres. En su mayoría despojadas de él. Del nombre. Y sin nombre no existes. ¿Y sin hombre? ¡Ay, la eterna re-victimización que pretende empoderar! ¡Ay, el falso discurso de ese "feminismo trasformador" y de esa "literatura reveladora"!

Sin embargo, racionalizar más de lo que la propia autora intentó racionalizar en cada párrafo, me parece innecesario. De Casas vacías me interesan dilucidar los porqués y cierto es que no lo logré. Como novela, me parece una novela fallida. Como puente entre la teoría de Género y Literatura, pudo interesarme, pero me sabe a poco. Lo que pudo ser un acierto, resultó en un acto fallido. La intención narrativa está ahí, la intención social, también. Sin embargo, algo falta. Está en falta. 

En un país de más de 100 mil desaparecidos, de miles de familias rotas, de cientos de niños secuestrados de plazas comerciales, parques, arrebatados en el súpermercado o arrancados de sus madres simplemente al salir del colegio, me parece por decir lo menos, poco empático; y por decir lo más, una falta de respeto. Sí, narrar también es cuidar. 

Sin embargo, ¿qué más polémico y oportuno para algunos feminismos actuales, que escribir una novela donde las protagonistas repudian su maternidad? ¿Cuál tiempo si no éste, podría permitirnos una historia inverosímil, tan dolorosamente inverosímil, donde una mujer se roba de un parque el hijo de otra, para darle una niña, sí niña, a ese marido que le ha dicho hasta la saciedad que no le dará un hijo ni una hija y ella, obsesionada, empecinada en ser madre y ver si así, recupera a su hombre, robándose justo al niño que parece niña porque guerito y blanquito? ¿Dónde, sino en el mundo que vivimos puede decirse que un varón asesinó a su esposa delante de su hija y paradójicamente, esa niña, después mujer es la que tiene más fortaleza, claridad y fuerza para enfrentar su vida que el resto de los personajes? ¿Dónde sino en este mundo es “normal” robarte un niño y que después tu mamá, en lugar de denunciarte, lo re-desaparezca?

Sí, las narrativas contemporáneas también pueden ser artificiosas, oportunas, hasta el oportunismo. Pero no son literatura. Casas vacías no lo es.  No importa cuántas reseñas de boletín de prensa publiquen. Ni cuánto aumente en el aplausómetro. ¿Cuerpos como cajas vacías? Sí CAJAS, no casas. Estas casas, si han de entenderse las casas como los espacios que habitan las familias de estas páginas, están repletas de incapacidades, rabias, dolores, conductas violentas y violencias. Incluso, Fran el ecuánime no es sino un hombre controlador pasivo-agresivo que ve para sí. 

Y sí, cuando una novela de pronto escala en el aplaúsometro, a mí me da urticaria. Casas vacías no es una novela, es un artefacto intencional y como tal, hay que acercarse a sus páginas. Con reticencias o sin ellas, habrá que ir más allá y darnos cuenta qué nos dice un texto o qué no nos dice. No porque un texto incomode es genial como tampoco un texto que entretenga es patético, pero ambos textos, estarán a años luz de textos que disimuladamente traen la leyenda “amiga date cuenta”, pues tras de ello, hay una “evangelización”, un “tirar agenda” sobre algunos temas, como la maternidad y sus olas de pluralización. Porque a estas alturas del texto, si usted sigue creyendo que Casas vacías habla de desapariciones, así en plural, pues no. O de la Desaparición. Así, con mayúscula y en singular, pues tampoco.



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