viernes, 6 de septiembre de 2019

Respeto al duelo

No todo duelo es nuestro duelo. No toda ausencia física, es nuestra ausencia. ¡Ay el duelo! El dolor del duelo. Su proceso. Estar adolorido. Ser un doliente. Y el duelo de otros no tiene por qué ser, tampoco nuestro duelo. 

No entiendo el afán de ser doliente eterno. Dolerse de todo, por todos, es dolerse de nada. Asumir que ese dolor particular, único, a ratos soportable y por largo tiempo insoportable, nos pertenece, es perderle el respeto al dolor.

En este país, nos sobran razones para dolernos, para vivirnos en duelo. Para llorar de tristeza, de rabia, de desesperación. o para llorar en silencio. Para dentro. Para uno. También, nuestra cultura, ha hecho de ese dolor, de ese duelo, parte de la tradición, de la costumbre. Ritual ancestral. "El mexicano se ríe de la parca, porque le teme". Y sobran ejemplos. Y colores. Y ejemplos de tributos. Nuestra colorida festividad homenaje. Con sus naranjas y morados. Sus flores y sus platillos. Nuestras canciones. Los versos y el papel picado.

Y creo que no es lo mismo, dolerse que condolerse. Y en función de ello, diversas maneras de dar las condolencias o "el pésame". En los servicios funerarios, sea por iniciativa del o los dolientes o de la "agencia" funeraria, damos fe de nuestro dolor por la pérdida de un ser no siempre cercano, en el "Libro de condolencias" y paradójicamente, nos perpetuamos en él. En el libro, no en el duelo. O sí, también.

Las redes sociales son ese "nuevo" libro de condolencias.

Aunque no te duela. Aunque no te importe. 

Alguien deja este mundo y "hay que dar acuse de recibo". "Hay que dar fe de duelo".

¿Ay que darlo? ¿Realmente hay que decir algo? ¿A quién le damos ese pésame de 140 caracteres?  Un tuiter. Un post. Para perpetuarnos. Un instante, uno más, para hablar de nosotros. De nuestro dolor. De cuánto nos afecta. De cuánto lo extrañaremos. De cuánto lo recordamos. Decir lo que sea, pero decirlo. Y ser parte de ese mundo empático, dolorido y doliente que se expresa para ser eso, parte de un momento, que en realidad no nos marca, no nos nombra, no nos afecta y mucho menos nos duele. 

¿No nos duelen suficiente nuestros dolores? ¿No nos duelen suficiente nuestras pérdidas, nuestros dolores, nuestros duelos?

¿Por qué no respetamos, realmente respetamos, el duelo ajeno, la pérdida ajena? ¿Por qué no respetamos las dolencias de los otros como si fueran propias? ¿Por qué tenemos que evidenciarnos dolientes ante cualquier pérdida social, cultural, artística? ¿Por qué? 

No entiendo la masificación del duelo. 
No creo en el falso reconocimiento póstumo.
No comulgo con la planeación de 140 o 280 caracteres pensadísimos para el expresar un dolor que no se siente, que no te significa, que no te marca.
No creo en las tristezas a botepronto. Ni en el llanto Trendig Topic.

El dolor de la pérdida, el proceso del duelo, el descubrirse en la ausencia del otro, es real, apenas en unos cuántos. En sus profundos amores, con sus narrables e inenarrables historias. En y por sus procesos vividos a lo largo de una vida. Sí de unos cuantos.

Apropiarnos del duelo ajeno, del dolor ajeno, a mí, me parece mezquino. 
Venga de quien venga.
Aunque se haga Trendig Topic.

Share:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Poeta que no entiende futbol


Húmedas distancias