martes, 12 de enero de 2021

Des, ese prefijo privativo.



El listante, ese fervoroso listante que año con año prepara pluma y papel obsesivamente, desde la última semana antes de nochevieja, en ésta última, la de hace unos días, apenas y podía imaginar uno o dos propósitos, uno o dos deseos. Si ya le era complejo pensarlos, enunciarlos era un reto mayúsculo y del escribirlos, ni hablar. Es optimista, pero no estúpido. Es precavido, pero quizá no lo suficiente. Es soñador, pero ¿transcurren tiempos para soñar? Es un listante listillo y a ratos un pensante pedante, pero no ingenuo. No son momentos de ensueño e incluso, por momentos, lo son de pesadilla. Listo y a la espera, el listante se alista a formar parte de la larga lista de espera.

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Desmontando el 2020. Descubriendo el 2021. Desolados. Desmoronados. Desanimados. La sobreadjetivación de una rutina tan limitada como las cuatro paredes lo permitan. O tan ilimitada, a pesar de las paredes. Con ellas. Entre ellas. No somos los mismos desde aquel marzo. ¿Algún día lo llamaremos el marzo aquél? Hoy, nos es aún muy cercano. Su estela lastre nos acompaña y acompasa. 

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Desobedientes y desorientados miles de profesionales y profesionistas buscan algún rumbo. Desempleados, desesperados, los oficiantes, los oficiosos, han de asisrse a aquel, su oficio. #Abriromorir. ¿Puede pensarse en abrir un establecimiento no esencial, por la esenciabilidad de abrir para conseguir lo esencial? ¿dónde empieza y dónde acaba el significado esencial de lo esencial? ¿Qué es esencial? La esencia objeto. La esencia sujeto. Lo subjetivo de la esencia. Lo esencial. ¿Desde quién? ¿Para quién? Perspectivas. Desobedientes. 

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Desbordados. Los hospitales. Las emociones. Las familias. Los crematorios. Las funerarias. Desgastados. Desgarrados. El personal de salud. Los médicos. Las enfermeras. Los camilleros. Los familiares. Los enfermos. Destruidas. Desvanecidas. Las microempresas. Las industrias. Las empatías.

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Desfavorables. Desconfiados. Desequilibrados. Desasosegados son los tiempos que vivimos. Como humanidad. Como sociedad. Como personas. Cada individualidad por optimista que inicie su día, por momentos sentirá, pensará o actuará desde el prefijo privativo. Prefijo. Pre-fijado. Pre-dispuesto. Pre-o cupado. Son tiempos privativos. De encierro salubre, necesario, de autocuidado , con los días que se hacen meses se ha transformado en encierro carcelario, obligado, temeroso, empobrecido. Encierros desfavorables. Desconfiados. Desequilibrados. Desgastantes. Vivir así, por N tiempo, entre la sobreadjetivación y la desadjetivación. 

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El listante ha dejado de hacer listas. De enlistar adjetivos, adverbios. Verbos. El listante no es tan listillo mas está listo para la lista de propósitos, por desprovisto de ilusión que esté. Es un año joven. Es un año complejo. Lo intuye aunque no lo sabe. Nadie lo sabe. Desprende la hoja del cuaderno. El propósito es no tener propósitos. Ni uno ni dos ni tres. Es el año del gran propósito, piensa, como quien se descubre al descubierto. Eso, descubrir el gran propósito es su propósito. 


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domingo, 10 de enero de 2021

Fragmentos del Diario de una Insulsa...


Escribo un diario desde hace más de dos décadas. Mentira. Desde hace más de dos décadas, intento escribir un diario mismo que, conforme avanza el año va quedando en el olvido. Goza de ciertos privilegios los primeros días del año, mismos que va perdiendo a lo largo y ancho del primer trimestre. De pronto, hacia medio año, tiene una entrada triunfal en algún espacio de la casa. Prometo escribir en él. Reviso algunas notas. Vuelvo a olvidar. A olvidarlo. Y este continuo volver a olvidar es un volver a volver. A la hoja en blanco, a la escritura autógrafa, a la tinta.

Goza de mejor salud pero no con mejores resultados, el diario virtual; éste, cuando es temático, la mayor de las veces ha cumplido ciertos ciclos que, como toda escritura desde las virtualidad ha ido desapareciendo, según cambio de blog. Recuerdo con nostalgia y algo de cariñito, al más constante de ellos, "Al beber el primer café del día..." el cual se alojaba en uno de mis primeros sitios web, "Entreversiones".

Es así como ahora retomo "Fragmentos del diario de una insulsa" principalmente porque aquella escritura fragmentaria, surgía a vuelapluma y no la guardé en ningún archivo o carpeta. La mayoría de esos textos eran "posts" de Facebook y tengo por costumbre, de vez en vez, borrar mi historial de publicaciones. Resultado: se perdieron. ¿Tenían sentido? Pues tanto como pueden o podrían tenerlo dado su contexto, su efímero contexto. Dependían de la fecha, del momento, del acontecimiento. 

¿Cuándo vale la pena una historia? ¿Una idea? ¿Una anécdota? ¿Un hecho? No lo sé. ¿Para quién son importantes? Tampoco lo sé. ¿Alguien las lee? Bueno, esa es la pregunta del millón.

Sin embargo, sucede que esa escritura, esa rutina que muchos pueden considerar un indicio de disciplina, o una de las miles de herramientas para mantener "caliente la pluma", lo que sí me permite es, de uno u otro modo, organizar mis ideas. Organizarme. Desde otro lugar, pareciera que estos tiempos, han revitalizado el género. "Todo mundo escribe un diario". "Todo el mundo opina". "Todos llevan un diario COVID". Ni hablar de los millones de posts. ¿No es el "muro" de tu red social un "diario personal, público y publicado de millones de personas? Básicamente, sí. 

Dicho lo anterior, vaya, por enésima vez, un diario, un intento más. A ver a éste cómo le va. 

Lo demás... lo demás, es silencio. 




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