martes, 30 de julio de 2019

Iris Murdoch: Existencialismo cómico vs. Moralidad estética



Iris Murdoch (1919-1999) fue una de las escritoras y filósofas más reconocidas de su época; en 1948 es nombrada miembro del consejo rector en Oxford (universidad donde estudió) así como tutora de filosofía y es en 1953 que su primer libro ve la luz: Sartre, el racionalista romátinco, el cual será el primero de numerosos ensayos sobre filosofía así como la punta de lanza para casi 25 novelas e incluso dramaturga, al adaptar varias de sus novelas para ser representadas. Lo sorprendente de esta autora es que, a pesar de su estética, de su aportación a la literatura realista londinense y su compromiso con la palabra que la ha hecho prácticamente una referencia obligada en nuestros tiempos, su obra jamás había sido traducida al castellano, error que, para bien del gran lector ha sido resuelto por Editorial Lumen (Barcelona) que, a partir del año pasado ha decidido formar una nueva colección: Biblioteca Iris Murdoch, cuyo primer volumen es La negra noche (Lumen, 2003), penúltima novela de esta autora, publicada en Londres, en 1993 y que, ahora, ya está disponible en México.

A diferencia de Álvaro Pombo (gran escritor español, prologuista de esta novela además de especialista en la autora) me acerqué a este libro con la única intención de descubrir quiénes eran Joan Blacket y Louise Anderson, personajes a los que conocía por algunos fragmentos de esta obra en la web; de ellas, tenía sólo una  versión romántica de su personalidad así como de la sociedad londinense moderna. Tras leer La negra noche, resulta que Joan y Louise, son apenas, los disparadores de acción (física y psicológica) en un mundo donde aparentemente no se desquebraja el orden social ni el literario haciendo de la inverosimilitud una herramienta estético-artística que trae, persé el reflejo más vívido de realismo: “Se bajó del taxi al final de la calle y avanzó con cautela bajo los árboles de la acera opuesta a la casa de Lucas. Al escurrirse el agua del pelo, se dio cuenta de que la lluvia había cesado. No llevaba gorra”.

Esta novela es quizá el ejemplo más claro del perfeccionismo literario y de estructura narrativa en cuanto al género se refiere. Cada uno de los personajes tienen un cuerpo sólido y responden, congruentemente a cada una de las situaciones que se les presentan. Los valores de la sociedad inglesa, inmersos en una constante lluvia hacen que el camino a la libertad sea más difícil cada vez: “Abría de par en par las puertas de su alma a aquel miedo como indicio de algo más irrevocable, la entrada de la Verdad en su vida. Aquellos amigos que sólo vieron en sus planes lo que Joan Blacket había tildado de “pulsión de muerte” dieron mucha importancia, quizá demasiada, a las tendencias homosexuales de Bellamy.”; la homosexualidad, la culpa, el recuerdo de una infancia nebulosa, la religión y un probable asesinato hacen de personajes como Bellamy, Joan, Louise, Lucas,  Harvey o Sophia habitantes del mundo literario con un solo fin: existir en libertad y es, en su excentricidad (que en medio de la estética cobra tintes cómicos) que se vuelven plenos, inolvidables. Incluso, habrá que poner atención en cada detalle pues Anax, el antiguo perro de Bellamy, hoy en propiedad de Louise, es quizá un personaje libre y es que, “Los perros no olvidan”.

Murdoch, Iris. La negra noche. Biblioteca Iris Murdoch. Lumen (Barcelona, 2003). 697 pp.

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