La primera vez que esta entrevista se publicó, corría el año 2012. Año en que saldría a la luz la primera edición, en el legendario sello Suma de Letras coordinado por la editora Laura Lara, antes de la fusión por todos conocida con Grupo Random House. Hoy, siete años después, en 2019, esta novela se reedita en otra casa editorial: Planeta.
A veces, la rutina deja de serlo. Una tarde, una mujer concluye su jornada laboral y se dispone a hacer “lo mismo de siempre”. Esa tarde y no otra, suena su celular. Esa llamada, también, cambiará su “destino”. Esa voz que pronuncia su “verdadero” nombre y no el que ella se ha impuesto, la lleva de golpe, a su otra realidad. A su otra ficción. Entonces comienza la otra historia de Lilia Olivande, protagonista de la más reciente novela de Celia del Palacio (Ciudad de México, 1960), Las mujeres de la tormenta (Planeta, 2019; Suma de Letras 2012), pues le guste o no, “Uno no es dueño de su destino, aunque a veces así parezca. Uno nomás es el instrumento”.
Las mujeres de la tormenta es una novela histórica escrita bajo la premisa de los paralelismos históricos, tanto en el acontecer real como en el terreno de la ficción. La magia y la hechicería son los ejes de su trama. Sucede así, en dos tiempos históricos: el pasado (de 1552 a 1934) y el tiempo actual (2010) estructurada a manera de relatos independientes complementarios cuyo enlace, está dado desde el presente, a través de la lectura misma de los relatos que ha dejado su madre y que parecieran al mismo tiempo, premonición y herencia, por lo que Lilia tendrá que ir hasta los orígenes de la hechicería misma en Veracruz así como transformarse en su propio oráculo.
Corre el año 2010. Selene, la madre de Lilia, y quien vivía desde hace varios años en Xalapa, Veracruz. Ha muerto en un accidente automovilístico. Su hija, radicada en la ahora Ciudad de México, ha de viajar a reconocer el cuerpo y a realizar los trámites necesarios. Una llamada del destino. Llovizna. Se avecina una tormenta. Ella, Lilia no ha visto a su madre en varios años. ¿Cómo resarcir el vínculo ahora? Mundos opuestos. Realidades paralelas. Universos que apenas y se han rozado. Dos mundos conocidos, desconocidos. Dualidad. Duplicidad. Lilia y Selene. Lilia que en realidad es Lilith. ¿Dónde comienza realmente esta historia? ¿Hay un principio de la historia? ¿De esta historia?
Habría que hablar
entonces de universos. Colectivos y personales. Reales y ficticios; imaginarios
y simbolizados; racionales y mágicos; estructurados…“Quise construir un
personaje (Lilia) que viniera de un mundo al que estamos más acostumbradas. Un
mundo más práctico y racional, donde la mujer para ser, tiene que abandonar
cualquier tipo de creencia que no sea totalmente racional, despojándose incluso
de parte de su femineidad, para sobrevivir. Ese mundo en el que, incluso, la
mujer tiene que masculinizarse y dejar otro tipo de características afuera. Yo quería partir de eso. De alguien
que es totalmente racional y práctica y que ha construido muros a su alrededor para no sentir, para
solamente vivir en el día a día. Me pregunté entre otras cosas, ¿cómo vería
entonces, esa persona que se construyó a sí misma, distinto, un mundo paralelo?
¿Cómo podría ver esta mujer a Veracruz,
específicamente Xalapa, con esta exuberancia de verde, plantas que no conoce, flores que parecen
fantásticas y sin embargo son reales?”
Veracruz fue y ha sido
un bastión en la construcción de ciudadanía. “Todo entró por este puerto y una
muy buena parte se quedó ahí. Sobre todo el Centro y Sur de Veracruz. En el
sur, está toda la tradición de brujas, brujas voladoras, son jarocho. Hacia el
norte, son más bien los varones los que practicaban la magia. Hice una división
política del centro hacia el sur. De Xalapa hacia el norte, creía yo que no
estaba ahí lo femenino, me llamaba más el sur. Ahora, sobre todo, hay mucho más
brujos. Las mujeres están ocultas. Incluso por razones turísticas, te llevan
con brujos. Las mujeres están ahí, hay muchas, pero no son visibles”.
La tormenta como
atmósfera. El tormento del a pérdida. La metáfora. La enseñanza. La
re-construcción de un ser a partir de diversas claves. Claves Históricas que
facilitan la re-estructura de la historia. Una novela que al tiempo que relata,
entrega. La Historia vertida en diversas historias. En el tiempo. En una
geografía, tan femenina como selvática. Arrojada. Lanzarse al mar crespado. Por
carretera. DF-Xalapa. Un réquiem. Una tormenta. “Me da un poco de miedo que
crean que esta historia ha ocurrido. Es ficción, aun cuando es la realidad del
país. Me duele mucho, Hay un puñal de dolor y de violencia clavado. Son
personajes costumbristas. Prototipos. Aun cuando hay una realidad que todos
conocemos.”
Un accidente
automovilístico que es en realidad, un asesinato. Los cinco cuadernos de
Selene. Cinco hechiceras. Claves. Leyendas. Escritura y re-escritura de
Historias ajenas que dan las claves para el descubrimiento de la propia
historia. La realidad de la ficción, que no es sino una carretera que ha de
transitarte de noche, a solas, escuchando el “Requiem” de Mozart. ¿Dónde comienza realmente esta historia?
¿Hay un principio de la historia? ¿De esta historia?
El poder femenino. La
fuerza de la naturaleza. La construcción de lo personal, desde lo colectivo. Un
mundo real. Un mundo mágico. ¿Cómo es afuera, es adentro?... El Ying y el Yang.
La complementaridad de los opuestos. La humanidad hechizada por el poder. La
mujer hechizada que busca romper el hechizo del silencio, a través de una, o
varias, hechiceras. Generar un colectivo que provoque un nuevo hechizo, ese que
rompa el silencio. Empuñar la palabra, haciendo de ésta, un kamjar, un puñal de acero damasquinado
de hoja de doble filo encorvado en forma de S, usado por los moros; con un ser
fantástico grabado en el mango: cabeza de águila con cuerpo de león, al cual
rodean dos serpientes entrelazadas.
Y al tiempo que las
mujeres hechiceras de esta novela empuñan su kamjar, el recorrido histórico ha de permitirle al lector,
construir el árbol genealógico (por llamarlo de algún modo) del surgimiento de
la hechicería a Veracruz, allá por el año de 1552 y teniendo a la princesa
africana Mewzi su portavoz, ella quien sufriera en carne propia, el desasosiego
y el dolor de creer muerta a su hija, tras el arribo del Madredeus, una carraca
portuguesa que la llevara al puerto, procedente de islas canarias, en calidad
de esclava. Ella, Mewzi, fue la primera en empuñar el kajmar. E invocar a Oshún
(deidad Yoruba), diosa madre que, con ayuda de Shangó (dios del rayo), harán
justicia. Primero por ella, después por tantas otras. Sin cumplir caprichos.
Mewzi hija, la primera hechicera. Le seguirán, en 1682,
en la Ciudad de Tablas, Veracruz, Doña Beatriz, condesa de Malibrán; en 1839,
en Manga de Calvo, María Josefa, “La Mulata de Córdoba” y en 1934, Lorenza…
Ellas cinco serán las claves mismas a través y gracias alas cuales, Lilia podrá
desvelar ciertos misterios. Así, desde afuera. Un afuera incluyente que al
tiempo que investiga, revela y permite reconstruir un vínculo a partir de la
ausencia que no tiene remedio pero facilita el descubrirse “Es muy triste que tenga que reconstruirse desde
algo que ya no tiene remedio: la muerte. Es descubrir a la otra persona. Tirar
sus propios prejuicios en torno a su madre, que siempre quiso ver de cierta manera, para no sentir,
para no sufrir. Reconocer a la madre y
volver a crear ese vínculo, implica una transformación personal en Lilith, la
protagonista”.
Las mujeres en la tormenta es una red no sólo de misterio sino de mística. El Kamjar, como símbolo que apuñala ante todo, constructos: “yo quise volver sobre nuestras concepciones de la dualidad misma: lo bueno, lo malo, lo racional, lo irracional; las otras brujas, están constantemente apuñalando esa realidad que las oprime, las aplasta, es como destruir todo lo que se ha construido alrededor de ellas y las coloca en determinado sitio. Con el puñal se destruye todo”. Pero ¿qué es lo que apuñala Celia del Palacio en esta historia? ¿A quién apuñala? “Yo creo que tiene que ver con mis dos carreras. Por un lado soy historiadora y había mantenido un poco a raya a la creatividad; es también apuñalar esta parte de mí ¿por qué la historia tiene que estar separada de la creatividad. Estaba como escindida. En esta novela me di mucho más permiso de narrar.”
Las mujeres de la tormenta, hacen de la hechicería no sólo una herencia, sino una forma de vida. La magia a la que apelan es a la del corazón y su búsqueda es la libertad de ser y estar. Encuentran ahí, en la lluvia, la fuerza que da la rabia y la súplica que da el amor. Es dejar de ser esclavas. Escapar de su condición natural de sumisión para encontrar el poder de la emancipación. Saberse mujer. Saberse sujeto deseante y no objeto ni posesión. La decisión personal como un instrumento de transformación. El descubrimiento del poder desde el propio cuerpo. Del cuerpo femenino. De la propia sensualidad y del deseo de placer. El deseo de ser sujeto. La sabiduría de saberse poseedoras de un poder de aniquilar o de construir. “Hay una responsabilidad en el manejo del poder. Su uso irresponsable, creo, sería “el mal”. Que una mujer reconozca que tiene el poder, implica que es responsable de utilizarlo. Si no puedes decidir, entonces eres la víctima. Sin embargo, “lo otro” siempre está ahí. La posibilidad de destruir es, también una posibilidad. La decisión está en la elección”. ¿Dónde comienza realmente esta historia? ¿Hay un principio de la historia? ¿De esta historia?
Celia del Palacio
traza un mapa. Su pluma, va dibujando un sendero que se bifurca hacia la magia
por mar y hacia la realidad por carretera. Veracruz, como una silueta de mujer.
Xalapa construida sobre un cuerpo social femenino. La reconstrucción de un
corpus femenino que implica, también reivindicación. Las mujeres tomando el
poder para sí mismas. Como Las Escogedoras, esas mujeres que fueron “las
primeras obreras urbanas. Ellas tomaron
el poder para sí. Crearon sindicatos, se ayudaron entre sí. Hay escogedoras muy
célebres en Veracruz. En la memoria colectiva son reconocidas como mujeres que
viven solas porque pueden ganar su propio dinero, no necesitan de los varones o
incluso, ponen sus condiciones. En
efecto, para mí era muy importante reconocer a estas mujeres. Yo no he visto
que se haya hablado mucho de ellas como un antecedente del feminismo más
actual”.
“Creo que lo más complicado
fue tratar de sacar las pistas que
develan y revelan el misterio de Lilith de entre las historias complementarias,
pues no proceden de las Leyendas mismas. Hay algunos detalles que pueden
coincidir ( o no) estuve recogiendo las voces de los lugareños, sus “decires” y
confiando en que fueran “verdad”. Eso me costó mucho trabajo, el poder decirme,
“les voy a creer que me están diciendo la verdad. A mí la novela me deja una
transformación interna en este sentido de aceptar, de ver, de reconocer la
dualidad. No sé si ya acabó la tormenta. Por primera vez en la vida estoy
esperando. Abierta a ver qué ocurre. Buscando nuevos camino. Profundizando en
las enseñanzas que me han dejado estas mujeres. Tratando de encontrar una
sabiduría en el propio miedo”.
Dónde comienza realmente esta historia? ¿Hay un principio de la historia? ¿De esta historia?...Tanto la esclavitud, como la libertad, son internas. Las cárceles están, adentro.
¿Ya pasó tu tormenta?
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