"Lo que algunos interpretaban como un talento especial, otros lo llamarían manía, o un desorden compulsivo. Algo así como cuando los niños hacen bolitas de papel, se muerden el labio, se chupan el dedo, o no sueltan su mantita o peluche que los acompaña y les da seguridad, de la misma manera , yo dibujaba. Sin lápices, ni crayolas, con lo que fuera. Dibujaba todo el tiempo, como respirar, y a fuerza de respirar, te vuelves un experto en vivir, invariablemente…"
Desde sus trazos rojos
(Círculo Próximo Editores, 2016)
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