jueves, 1 de agosto de 2019

Claudia Piñeiro, 2016



“Usted no es una mujer rota, como la de Simone de Beauvoir, usted es una mujer dañada.””¿Y eso es mejor o peor?”, pregunté. “Es mucho mejor”, dijo Robert. “¿Por qué?” “Un daño se puede reparar, zurcir, se puede ayudar a cicatrizar la herida. Lo roto es difícil de reparar, casi siempre es mejor cambiarlo por otro. En cambio lo dañado tiene una reparación posible. Una esperanza, la ilusión de volver no digo al estado anterior al daño, pero a un estado en el que la vida pueda seguir fluyendo […]”. (p.185)

Una suerte pequeña
(Alfaguara, 2015)

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